Del deporte femenino y el chorizo suizo
Comienza este fin de semana la Copa Mundial Femenina de la FIFA, Canadá 2015. Y lo hace con la polémica generada por los controles de sexo a las jugadoras participantes. Parece ser que la modélica institución que rige el fútbol mundial, no se le ha ocurrido otra gracieta, más que anunciar que va a comprobar el sexo de las jugadoras.
Desconozco cuál va a ser el método usado, pero conociendo de donde vienen los tiros, capaces son de usar la prueba del pañuelo, al estilo de las antiguas bodas gitanas. Todo sea por mantener el honor de la institución que organiza la competición. Competición que recordemos, no se juega césped natural, sino en césped artificial, pese a la oposición de todas las jugadoras.
Pero el verdadero problema, el real, no es que tengamos este desprecio por la igualdad entre sexos, esta falta de respeto a los derechos de la mujer en una organización como la mencionada.No, el problema real, es que lo podemos ver en nuestro entorno más cercano, sin darle ninguna importancia. Sin ir más lejos, cualquiera de Guadalajara, puede comparar el dispar trato, que dispensa a sus equipos femeninos y masculinos, un club local, que tan solo entrena en nuestra ciudad, para jugar allende de la misma. Hasta ahí puedo leer, que diría Mayra Gómez Kemp.
No, no pretendo que con este escrito, que se dé un trato de favor al deporte femenino. Sino un trato de igualdad. Nunca he sido partidario de la llamada discriminación positiva. Creo que la final se termina volviendo contra aquel colectivo al que se trata de proteger. Ejemplos tenemos muchos.
Sin ir más lejos, en Estados Unidos, hubo una legislación para que aumentar el número de afroamericanos en determinados puestos. Pues bien, cada vez que alguien en un hospital, recibía la atención de un médico de color, no sabía si le atendía porque realmente fuera buen médico o si lo hacía por haber obtenido la plaza con un baremo inferior por razón de su raza.
Un poco de lo mismo ocurre en ocasiones con las llamadas listas de cremallera en las elecciones. Nunca me han gustado; aunque he de decir que me gustan aún menos gobiernos como el griego, sin ninguna mujer en sus filas (todo ello sin entrar a valorar la ideología de la formación Syriza).
Y hablando de cosas que no me gustan, diré que me gusta igual de poco, el hecho de que piten el himno español, como que suene en honor de un personaje que por motivos fiscales tiene fijada su residencia en Suiza.
Y si por razón de protocolo, suena en Milán, porque todavía es español aquel que nos hizo conocer la palabra picogramo, al menos que se abstenga de ir a visitarle al podio el Secretario de Estado para el Deporte. Puesto que esa foto, no es más que invitación a una ronda de chorizo suizo, que al final pagamos todos.
Que la fuerza os acompañe.