Del fracaso

22/03/2016 - 23:00 Pedro L.Toledo

Lo confieso, he fracasado y además muchas veces, cientos, miles de veces. Pero sin embargo cuando lo he hecho dándolo todo, aprovechando cada oportunidad que se me ha presentado, no me he sentido vacío, mis sentimientos eran casi los mismos que si hubiera triunfado. Se ha luchado, se ha dado todo a por la siguiente pelea.
El problema viene cuando fracasas sin darlo todo. Cuando la inacción, la zozobra, la abulia, la pereza, la desazón, la desgana, te vence. En resumen, cuando caes en manos de “La Perezosa”.
Cuando esto me ocurre, la frustración y el mal humor se apoderan de mi persona. Son un paso previo a un período de reflexión en el que trato de buscar el necesario “feedback” que va hacer que lo ocurrido no vuelva a suceder; la semilla de un futuro éxito.
Lo confieso, he fracasado y además muchas veces, cientos, miles de veces y el pasado domingo día 13 de marzo fue una de esas veces. El día era el adecuado, el tiempo perfecto, como perfecta era la planificación, sin embargo, la inacción, la zozobra, la abulia, la pereza, la desazón, la desgana, me venció. Me dejé caer en manos de “La Perezosa”.
El lugar del crimen fue Alcalá de Henares, durante la disputa de la VI Media Maratón Cervantina. Como decía todo era perfecto, idílico: el recorrido llano, buen tiempo, un cuidado entrenamiento por parte de J. Cañadillas, ninguna lesión; en resumen, la maquinaria a punto en su casi totalidad. Pero falta ese casi: la cabeza; no había ganas de correr.
Hasta el kilómetro diez, iba marcando un tiempo de cuarenta minutos y siete segundos. Sucesión cuasi perfecta de kilómetros a cuatro minutos, segundo arriba, segundo abajo. Ritmo adecuado para rematar la Media en una hora veinticuatro minutos. Ya sé que es un tiempo modesto, pero para un popular rondando los cuarenta y diez (Sabina dixit) no está mal del todo.
Pero justo en ese momento, en ese instante y al paso por la Plaza de Cervantes, “La Pereza” me envuelve, se apodera de mi persona y se hace con el control de mi cuerpo. No tengo ganas de correr. No importan los gritos de ánimo de mis compañeros, que no rivales. El peor resultado posible, abandono sin lucha, la risa, el fracaso; mis piernas se detienen.
Lo confieso, he fracasado y además muchas veces, cientos, miles de veces. Pero en éste, como en otros fracasos, después del período de frustración y de mal humor, he sembrado ya las bases para convertirlo en un camino hacia el éxito. El Maratón de Laredo y el 5 de junio están aguardando a la vuelta de la primavera. Y como un “Suárez” cualquiera, puedo prometer y prometo y hasta puede que lo cumpla, qué pese a que son cuatro vueltas a un circuito, esa ciudad cántabra, verá concluir cada uno de su 42 kilómetros y 195 metros del noveno maratón de este humilde Padawan, en menos de tres horas o de 180 minutos, que “palcaso”.
Que la fuerza os acompañe.