Del máster a Cáritas
No es lo mismo contarlo que vivirlo. Aunque uno se imagine cómo están las cosas, hay que poner ejemplos palpables. Por contraste nos hacemos una mejor idea. Muchos viven en la nube por los éxitos de nuestros deportistas. Es mucho el dinero que se mueve en su entorno, con patrocinios, imagen, becas y demás. El dinero mueve montañas y piernas y melenas. Sólo cuando se investiga o se descubre que los dioses y las divas pueden tener los pies de barro, por dopaje. Cae el tinglado de naipes. La sociedad se conmociona y descubre, por fin, el lado tramposo de lo humano. Algo así pasa con la crisis, con el paro y con Caritas. Todos sabemos que anda suelto el toro de la crisis, pero sólo cuando empitona a un amigo, a un familiar o a nosotros, sentimos la punzada desgarradora y fría de los números. Habíamos oído que Caritas tenía que multiplicarse para hacer frente a las necesidades más urgentes.
Paradójicamente la Iglesia católica, tan criticada e incluso perseguida, sin conocerla siquiera, resulta que acoge y amplia sus dispensarios parroquiales; sus comedores se llenan y tiene que abrir nuevos locales. Rebajadas las ayudas sociales, el altruismo y la caridad son más necesarios que nunca. La discreción y el secreto profesional amparan su servicio. Cualquier persona necesitada es recibida con amabilidad y respeto. Están llegando ya personas que se conocen, del barrio o la ciudad. Ni están en riesgo de exclusión, ni son marginales. Son necesitados.
De una de esas personas voy a hablar. Y lo hago con libertad, porque yo no pertenezco a Caritas, y porque mi fuente de información es la misma persona interesada a quien conozco. Ni siquiera voy a revelar si es un hombre o una mujer. Sé de lo qué hablo y de quien. Si alguien tiene un trabajo para esta persona, puede ponerse en contacto conmigo. Se trata de una persona joven, tiene 25 años. Es licenciada por la Complutense. Tiene experiencia y formación universitaria en Informática, comunicación y redacción e Internet avanzado. Sabe varios idiomas. Este año ha comenzado un Máster, pero ha tenido que dejarlo, porque la beca que esperaba no se la han concedido. Es inteligente, y culta, inquieta y socialmente activa.
Está desesperada porque aquellos que se han beneficiado de sus apuntes y sus notas, sí han encontrado trabajo, aunque se alegra por ellos. Su madre se ha esforzado hasta donde ha podido para que estudiara. Lo ha hecho y siempre con buenas notas. Muy buenas. No puede viajar porque no tiene recursos, ni esta persona es hija de papá. Bueno, de su padre en realidad no sabe más que maltrataba a su madre, y ésta tuvo que divorciarse. No le pasa ninguna pensión. Por supuesto ha buscado y busca trabajo. Para no ser más gravosa a su familia, a quien el dinero no alcanza, ha decidido ir al comedor de Caritas. Es muy posible que en casa no lo sepan, ni se lo imaginen. Les dolería demasiado.
Le han ofrecido un espacio en una emisora de radio, pero se tiene que buscar patrocinador. De lo contrario, ni espacio, ni contrato, ni dinero. Sus sueños por tierra. Para todos los gastos dispone de 150 euros, (acaba de decirme esta mañana). Cuando he intentado que me diera el número de cuenta o su banco o caja, donde podría(n) hacer algún ingreso, le ha dado tanta vergüenza, que... con un nudo en la garganta, se ha negado. ¿Qué futuro le espera? ¿Cómo se puede encontrar? Pónganse en su piel. El paro es un drama para todos, pero para un joven (él o ella) y una familia, en estas condiciones, más. Habían pensado, esta persona y su madre, que las puertas del futuro se abrirían al esfuerzo y la cultura y termina en el comedor de Caritas. Aprieta los labios y continúa: allí comparte su pan con jubilados o prejubilados, algunos viudos, que no llegan a fin de mes. ¿Habrá muchos jóvenes así? No lo sé.
Yo hablo de este caso. El Informe PISA, habla de fracaso. La gran motivación para estudiar es tener esperanza de un trabajo. Es dramático. Y más sangrante el dato que revelo, cuando se descubren las miserias de esta sociedad, y las injusticias justificadas. Quienes tienen la responsabilidad del bien común, no parecen comprenderlo. Tenemos y hemos tenido, Ministros que ni siquiera tienen una titulación académica. Y cuando llegan arriba, siguen colocando a dedo, a personas sin titulación ninguna. Todo el mundo lo sabe.
Es así el drama de una nación y 17 autonomías. Copio directamente de la prensa del día 13-12-2010, en el apartado de Sanidad: La amiga de Pajín primera auxiliar que llega a Directora General de Sanidad (Leire Pajín es la Ministra de Sanidad, de Política Social y de Igualdad en el reino de España) (Tampoco ella tiene titulación universitaria). Para el puesto al que encumbra a su amiga, se requiere oficialmente, título universitario y provenir de la Función Pública. No cumple ninguno de esos requisitos. Para poner a su amiga la ministra forzó la ley, dice la prensa. Para no incurrir en fraude de ley, la ministra aprovechó un real decreto. Así ha podido colocar a su amiga, con el título de auxiliar al frente del Plan Nacional de Drogas. De seguir así las cosas habrá que pedir a la Iglesia que siga abriendo comedores sociales también para titulados. Los sindicatos,-grandes beneficiarios de las subvenciones-, no han abierto la boca. Tampoco han arrimado el hombro para los comedores. Sería bueno que los valientes, intentaran cambiar las cosas y que la sociedad civil despertara. Esta persona ha terminado diciéndome con amargura: odio las navidades, no las puedo soportar, me duelen. ¿Qué le diría usted? .