Del miedo a las pensiones
15/06/2014 - 23:00
Creo que nuestro querido presidente Mariano Rajoy no escuchó a Winston Churchill cuando decía nunca llegarás a tu destino si te detienes a arrojar piedras a cada perro que te ladre. Puesto que de haberla escuchado, no retrasaría tanto la anunciada reforma fiscal. En un primer momento, se iba a presentar a primeros de junio. Como parecía que tal, quedó pospuesta para el viernes 13. Pero como quiera que la fecha no es muy de su agrado, por aquello de la mala suerte en el mundo anglosajón, se retrasa hasta el 20 de junio o incluso al 27 quilosa. Sea cuando sea y se anuncie cuando se anuncie, por mi natural propensión a la desconfianza, trataré de encontrar una explicación lógica a tanto retraso. Y cuando hablo de explicación lógica, me refiero a que escape de los meros avatares políticos. Y cuando uno busca, termina por encontrar.
En ocasiones la verdad y en otras, lo que cree como tal. Por lo que diré que mi verdad, o la verdad verdadera, quien sabe, es que la tan cacareada reforma fiscal no va a ser de tanto calado como se nos viene prometiendo. Que aquello de la rebaja de impuestos no va a ser tal por la aplicación de la teoría de la manta pequeña -todos sabemos, que muchas veces, por falta de tela no te puedes tapar a la vez la cabeza y los pies-, con lo que creo que se está buscando una forma suave de vendernos aceite de ricino para que nos parezca una contesa. O en su defecto, el momento idóneo, en pleno mundial de fútbol y con los fastos de la coronación de Felipe VI, para que pase como de solguillo.
Con lo que se conseguirá que no le prestemos la atención debida a un hecho de tanta trascendencia, como los impuestos que no nos van a rebajar (por mucho que nos digan) en los próximos años. Habrá quien después de leer esto, se fije en la mejora de la situación económica y en el retroceso en la prima de riesgo. Y juntando ambos factores, pueda pensar que la carga de la deuda se aligera y que los ingresos fiscales en un entorno de crecimiento aumentan.
Simplemente diré que, por un lado, el entorno es más favorable, pero no lo suficiente como para un aumento de los ingresos fiscales. Y por otro lado, creo que aunque se rebaje el tipo de interés al que nos financiamos, la deuda aumenta, con lo que realmente cada vez debemos más y por tanto pagaremos más. En mi opinión, la clave está en que quedan reformas de calado por hacer, alguna más impactante que la fiscal. Esta reforma que da nombre al titular, tiene un límite máximo de 3 o 4 años, puesto que tiene un fondo que se agotará en ese plazo. Y una vez que se agote, veremos lo que pasa con las pensiones. Así puesto con mayúscula y con miedo. Que la fuerza os acompañe.