Del Ocejón y el opio del pueblo
15/01/2011 - 00:00
Todavía estamos con la resaca de las navidades, los restos de turrón, mazapanes, polvorones y demás elementos similares, que han pululado estos días, por nuestras mesas y lo que es peor por nuestros estómagos. Todo ello con gran satisfacción para nuestros niveles de colesterol, glucosa, transaminasas y otras hierbas. Y sin darnos cuenta, estamos metidos en plena cuesta de enero. Es este, un enero extraño, en el que más que hacer frío, se dedica a llover. Enero en el que se espera con temor el cargo de la Visa, auténtica resaca de todos nuestros bolsillos, que combinada con la subida de la luz, el gas y el transporte, hacen que veamos la ya legendaria cuesta, que siempre acompaña a este mes, como un auténtico Ocejón. Y en este Ocejón de enero, todos los empresarios, tienen una obligada cita con Hacienda. Con la que comparten, durante este período la gran satisfacción de aportar a las arcas públicas las oportunas recaudaciones de IVA e IRPF, para mayor gloria de carreteras, colegios, hospitales, y el largo etcétera que asume el erario público. Al menos de momento, puesto que es posible que los mercados, que son los que rigen nuestros designios, indiquen que por ejemplo hemos de ir al copago en la Sanidad, con lo que nos tocaría rascarnos el bolsillo cada vez que vayamos al médico o necesitemos una radiografía. Dado que de todos es conocido, que una sociedad democrática como la nuestra, se ha de regir por los dictados de los mercados. Es posible que esta semana, no prestemos toda la atención debida, a algo que nos atañe muy especialmente: la subasta de deuda. En la que esos mercados de los que antes hablábamos, jugarán con los designios de nuestros vecinos portugueses (Cristiano y Mou mediante) y con los nuestros, con la alargada sombra de la intervención, rescate o demás formas en que quieran definir, la pérdida total de soberanía que conllevaría y las penalidades a que nos veríamos abocados. Pero como siempre que llueve escampa, pensemos en otras cuestiones. Siguiendo la estrategia de cierto entrenador de fútbol, (con 2 victorias de los últimos 28 partidos), que se encarga de desviar la atención, recriminando las celebraciones de otros entrenadores, saludando a sus hijos en la grada, en partidos en los que él no participaba. Todo ello con el aprecio de todos, aprecio que su apellido le otorga.
Por tanto, con el consabido fútbol y toros de hace 40 años, (ya sabéis que cuanto más cambian las cosas, más permanecen igual), esperemos tiempos mejores, que seguro que vendrán y mucho antes de lo que pensamos.
Que la fuerza os acompañe.