Despropósito en las derivaciones sanitarias

19/03/2013 - 00:00 Redacción

 
La falta de medios económicos ha llevado a una situación en cuanto a las derivaciones sanitarias de auténtico ‘despropósito’. La medicina tiene tantas aristas que es materialmente imposible que ningún centro hospitalario pueda atender todas las especialidades. Por ello, de siempre, los pacientes que requieren determinadas pruebas, consultas o tratamientos, son remitidos a otros hospitales. Práctica habitual, entendible y hasta relativamente extendida en Guadalajara que cuenta con un hospital de tamaño mediano, eso sí con grandes profesionales. Hasta ahora el problema era menor pues los enfermos se derivaban a Madrid, a poco más de cincuenta kilómetros de nuestra capital, y podían acudir a su cita en el propio día. Y en el caso de algunas localidades molinesas más próximas a Aragón, a nadie se le ocurría que un enfermo pudiera ser remitido a más de 400 kilómetros para hacerse una prueba, por ejemplo, a las diez de la mañana y obligarle a pernoctar a su cargo allí. Pues bien, desde hace algunos meses, para no tener que pagar la factura a hospitales ubicados en otras regiones, se manda a los pacientes a donde haga falta, sin tener en cuenta ni su estado físico o anímico, ni los gastos o molestias que se les puede causar tanto a ellos como a sus familias. Las personas se convierten simplemente en números de expediente, la historia que hay detrás de cada una no importa, las promesas hechas por los políticos en manifestaciones públicas respecto a que se trataría a todo el mundo lo más cerca posible de su domicilio, se incumplen con total desfachatez y el estado de las autonomías demuestra otra vez falta de cohesión que viene a constatar que no todas las competencias en materia sanitaria deberían de haber sido transferidas desde el Estado. Ahora cada región lleva sus números, en los que no caben los ‘favores’. Dos plataformas ciudadanas, la Otra Guadalajara, tantas veces aquí citada, y Guadalajara no está en la Mancha, luchan contra una sinrazón que tiene un único culpable, los malos gobiernos, y una sola víctima, el enfermo y sus allegados.