Disparate sin orden ni concierto
21/09/2011 - 00:00
Es muy grave lo que está sucediendo. Es el Disparate Nacional de fin de Legislatura. El Parlament pide en una declaración a Artur Mas que no obedezca las sentencias del TSJC.
Mas, el Honorable, en actitud subversiva, insinuando que los jueces deben estar sometidos a su decisión. Los independentistas, quemando banderas y fotos del Rey. Los filo etarras burlándose de las fuerzas del orden y del monarca, sin que nadie mueva una ceja. Los políticos catalanes unidos contra la sentencia y contra el PP.
El PSOE con doble lenguaje en Cataluña y en Madrid.
El Congreso de los Diputados de España votando contra una sentencia Judicial del TSJC. Los representantes de la Soberanía nacional postrados ante los nacionalistas, antes con el pinganillo y ahora contra la justicia, pero siempre con el español, como moneda devaluada. Y lo que es peor, desacreditando a la institución, sin acatar ni hacer cumplir la Constitución. Gracias a las sucesivas componendas socialistas, el Congreso de Diputados se ha convertido en el megáfono de los nacionalistas (I. Ezkerra).
Los nacionalismos identitarios son un lujo que no nos podemos permitir en estos tiempos de crisis galopante. Son un incordio que nos hace desviar la atención de los temas verdaderamente prioritarios y salen carísimos. Basta ya de perder el tiempo intentando integrarlos, apaciguarlos y domesticarlos. Ha llegado la hora de meterlos en vereda. Si la Constitución no ha servido para pararles los pies, apliquémosles directamente el Código Penal(A.V-Q).
El mismísimo Consejo General del Poder Judicial recibiendo la peor valoración ciudadana de su historia, según el barómetro de la Abogacía.
El paro juvenil y el otro, creciendo por momentos. Los del 15M, campando por sus fueros cómo, cuando y donde quieren. Los profesores en huelga política alentados por el ministro de Educación. Se critican las propuestas de educación en excelencia, sin atajar el fracaso escolar. La justicia politizada hasta la nausea (según 8 de cada 10 ciudadanos).
Las Autonomías en ruina o bajo mínimos, y las Diputaciones y los Ayuntamientos. Porque como ya en 1968 dijo Garrett Hardin , si una persona intenta maximizar su interés personal, derivará el coste real de sus acciones al resto de la comunidad(the tragedy of the commons).
Y aquí, los políticos han entrado a saco. No solo lo han sobre explotado, es que han dejado una deuda y una degradación que tardaremos en evaluar y en rescatar.
De tal modo que hoy mismo la Defensora del Pueblo en funciones, María Luisa Cava de Llano, ha anunciado en el pleno del Congreso de los Diputados que ha solicitado al Ministerio de Justicia que estudie con toda seriedad y rigor la inclusión del despilfarro público como delito en el Código Penal.
La avaricia y el poder se han llevado por delante la ética, y los principales valores humanos, incluido el de la vida. (La Fiscalía ha pedido una condena de 309 años de prisión para el doctor Carlos Morín, y 204 para su esposa, por más de un centenar de abortos ilegales practicados en sus clínicas de Barcelona) ¡Esa es la mayor crisis, que se sabía y nadie hizo nada!
Demasiados frentes abiertos. La confusión es norma.
La improvisación, la indecisión, la rectificación o el cambio al día siguiente de tomar una decisión, no dan seriedad al Gobierno. Si este lío es gobernar, los contribuyentes no pueden entenderlo, ni los mercados, ni nuestros socios europeos.
Le preguntó Amilibia a la fotógrafa Cristina García Rodero: ¿Cuál es ahora mismo la foto de España? Y la respuesta fue: Quizá una foto que reflejara la confusión económica y política, una mezcla de la Bolsa y el Parlamento.
Todo eso y más.
El daño está hecho. Queda un siglo para el 20N. No creo que vuelva la cordura para octubre. Sigue de vacaciones.
No creo que vayan a cambiar la ley electoral, para poner a los nacionalistas en su sitio, porque son unos cobardes, y nunca han tenido voluntad de hacerlo. Siempre han primado más las alianzas electorales que el interés general. Aún se puede empeorar.
¿Es España todavía un Estado de Derecho? ¿Democracia? ¡Dejen que hable el pueblo, por favor!