Doble satisfacción

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

El comentario
Consuelo Sánchez-Vicente / Periodista
Un hola y un adiós para recordar. Hacía mucho tiempo que el aire no traía un soplo de ilusión colectiva tan fresco como el que me atrevería decir que la mayoría hemos sentido al ver a Patxi López al frente del gobierno vasco, y al ex lehendakari Ibarretxe camino de su casa. La velocidad a la que pasa el tiempo es personal y subjetiva, pero al menos yo no me acuerdo cual fue el último acontecimiento político que me hizo sentir aquella sensación de estreno de la Transición.
Pero tal vez el nombre que mejor refleje este sentimiento sea el de esperanza: el arma más poderosa de todas las que pueden mover el corazón de un ser humano.
Treinta años de un mismo partido en el poder desgasta la calidad de la democracia se mire como se mire, la carne es débil, y los españoles tenemos comprobado que sea cual sea el color del partido enquistado en el poder, termina inevitablemente por tender a su alrededor una red clientelar de socorros mutuos que invade cualquier ámbito, degenerando en régimen, con los políticos como araña. Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha son los ejemplos más conocidos de estas -para mí- anomalías democráticas, legales y legítimas que conste: pura voluntad popular. Hasta que -a veces casi al filo del precipicio- el pueblo reacciona y convoca al espíritu de la alternancia, y se produce el cambio que regenera el aire viciado del sistema, también -que alguien se lo explique a Ibarretxe- por voluntad popular. El mantenimiento en el tiempo del “pesebre” alienta proporcionalmente la multiplicación de generación en generación de los “estómagos agradecidos”, sea cual sea el capataz, de derechas o de izquierdas. Pero, en mi modesta opinión, ninguno de estos “regímenes” ha sido tan dañino -casi letal en realidad- para la libertad como el que ha propiciado la perpetuación del PNV al frente del gobierno y de los destinos vascos.
El nacionalismo, para mí, es un puro viaje a la Edad Media que no comparto en absoluto, pero en Euskadi, además de la estrechez de miras que en mi opinión aqueja a todos los nacionalistas, yo creo que hay que apuntar en el debe del nacionalismo democrático vasco que aun exista ETA. Mucha de esa culpa, la responsabilidad política, yo creo que debe recaer personalmente sobre Ibarretxe, hoy autoexcluido de la política. No porque el PNV ni el propio Ibarretxe amparasen el terrorismo, sino por no haberlo combatido con la contundencia que el resto de los demócratas españoles sí han mostrado contra el terrorismo, incluidos, en su día, los nacionalistas catalanes, ERC y por supuesto CiU, para y hasta derrotar a “su ETA”, la felizmente derrotada Terra Lluire.