Estos son los secretos que esconde el aeródromo de una ciudad que apunta a Patrimonio de la UNESCO
Inaugurado en 1997, después de más de 10 años de vuelos pioneros por la zona, especialmente en la localidad de La Torresaviñán, el aeródromo de Sigüenza es el resultado del empeño de su propietario y jefe de vuelos, José Antonio Fernández-Coppel, junto a su cuñado, Antonio Sánchez, y con el respaldo fundamental del Ayuntamiento y entusiastas locales.
FOTOS Y VIDEO: RAFAEL MARTÍN SOLANO
Ubicado en el corazón del Alto Henares, esta infraestructura se consolida como un espacio multifacético que va más allá de la aviación convencional. Sus actividades destacan por su compromiso con la inclusión social, la innovación tecnológica, la seguridad regional y el desarrollo turístico, actuando como un laboratorio de soluciones sociotecnológicas ligadas al territorio. Además, este espacio se conforma como un guardián de la memoria tecnológica tanto local, como aeronáutica.
Con una trayectoria de 49 años en los cielos, José Antonio Fernández-Coppel, a sus 66 años, no solo ha sido capaz de sacar adelante la primera escuela de aviación a motor adaptada para personas con discapacidad en España, sino que también impulsa un ambicioso proyecto para revitalizar la “España Vaciada” a través de la aeronáutica.
José Antonio, nacido en Palma de Mallorca, lleva vinculado a la ciudad de Sigüenza desde hace 43 años. Hijo de un destacado piloto militar y de Iberia, su vocación por volar despertó a los 17 años con el ala delta, pasión que lo llevó a competir en múltiples campeonatos nacionales e internacionales durante tres décadas. A pesar de un leve problema visual que lo orientó inicialmente hacia la arquitectura, logró superar un reconocimiento médico y se formó en la Escuela Nacional de Aeronáutica de España y en Flight Safety (EE UU).
Su carrera comenzó en la aviación de base, el arrastre de pancartas, y ejecutiva, antes de ingresar en Iberia en 1987. Allí pilotó aviones icónicos como el DC-9, DC10, Fokker 27, B757 ó A340, retirándose como comandante del Airbus 350, el modelo más avanzado de la compañía. Paralelamente, desempeñó roles clave como secretario técnico del Real Aeroclub de España, patrono de la Fundación Infante de Orléans (FIO) y como impulsor del colegio de pilotos COPAC, el centro superior de la aviación CESDA en Reus y el grado universitario de piloto comercial en los años 90.
Custodio de la historia
El compromiso de José Antonio con la preservación histórica se materializa de forma tangible en la restauración de un avión de observación de la Segunda Guerra Mundial, compañero del conocido “Missme!?”. Este aparato, empleado en misiones clave como la dirección de carros de combate en el frente en batallas tan relevantes como la de las Ardenas, fue restaurado minuciosamente durante cinco años. Con él, José Antonio ha participado en tres vuelos conmemorativos a Normandía, incluyendo los aniversarios 80º y 85º del Día D en junio de 2024. Estos vuelos fueron patrocinados por la constructora aeronáutica Airbus.
En estos eventos, realizados en un aeródromo francés que estuvo ocupado por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, voló junto a otras 20 aeronaves similares. En el 80º aniversario, llevó como copiloto a José Luis de Augusto, un piloto con movilidad reducida que sobrevivió al accidente aéreo del Airbus A400M en Sevilla, un gesto que subraya su profunda dedicación a la aviación adaptada y la promoción de la inclusión de personas con discapacidad en el ámbito aeronáutico.
Rompiendo barreras
En 2010-2011, el aeródromo fue pionero al albergar la primera escuela de aviación adaptada de España. Esta iniciativa, fruto de una colaboración crucial con Elizabeth G. Mayer, presidenta de Las Sillas Voladoras, ofrece vuelos de iniciación y perfeccionamiento a personas con discapacidad.
Un ejemplo inspirador es el de un expiloto de Air Nostrum que, a pesar de haber sufrido la amputación de una pierna tras un accidente, logró recuperar su licencia comercial y volar durante una década. Fue esta situación y la de otros aviadores y deportistas con discapacidad la que empujó a José Antonio a crear la primera escuela de formación en vuelo de ultraligeros con motor para personas con movilidad reducida.
Con la visión de continuar esta labor, José Antonio planea crear el Douglas Bader Camp, un proyecto que, inspirado en el legendario piloto de la RAF sin piernas, busca introducir a jóvenes en la aviación adaptada, fomentando su autoevaluación y su vocación hacia el sector.
Innovación sociotecnológica
En este mes de julio se realizaron pruebas con drones cuyos operadores remotos estaban ubicados en la India.
El aeródromo se va posicionando poco a poco como un verdadero centro de innovación, colaborando activamente con instituciones académicas como la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) en proyectos de vanguardia. Entre ellos, han destacado los corredores de drones por el espacio Sigüenza patrimonio, el dron Pelícano de Indra -una de las principales compañías globales de defensa, tráfico aéreo y espacio- el ‘Cormorán’ del Ejército del Aire y más recientemente los ensayos de drones controlados de forma remota desde la India.
Asimismo, la colaboración con la Universidad de Alcalá (UAH) en el Proyecto Prometeo se enfoca en el desarrollo tecnológico rural. Un claro ejemplo de esta sinergia son los estudios para el mencionado establecimiento de corredores aéreos para drones en la zona de Sigüenza-Atienza, que facilitarán aplicaciones agrícolas eficientes, como la gestión de cultivos, soluciones de atención sanitaria o logística. Estas iniciativas no solo buscan integrar la tecnología aeronáutica con las necesidades del entorno rural, sino también ayudar a los organismos oficiales Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA); Gestor de Navegación Aérea en España (ENAIRE) y Dirección General de Aviación Civil a promover una legislación que regule y facilite su uso.
Diálogo con la historia
La innovación, en Sigüenza, se plantea como un diálogo constante entre la historia y las personas que habitan hoy el territorio. Una conversación entre lo moderno y lo antiguo, entre los problemas actuales y lo que ocurrió en el pasado. Esa mirada, que remite incluso al Tomás Moro de Utopía y al Cardenal Mendoza de los Reyes Católicos, alude a una forma de entender el desarrollo desde lo local, desde quienes conocen la casuística de cada lugar.
Ese enfoque se concreta en el propio aeródromo, donde la gestión del entorno natural se apoya en el único rebaño activo que queda en las 29 pedanías del municipio. Lo mantiene Jesús Morencos, ingeniero agrónomo y agricultor, descendiente de varias generaciones de pastores. Desde su cosechadora con GPS, que maneja con manos libres -aunque la normativa le obliga a ir sentado-, combina tecnología puntera y saber tradicional.
La ganadería ovina, que fue en los años 60 el motor económico de la comarca -con industrias de lana, pieles y hasta una fábrica de alfombras en Sigüenza-, renace ahora con una vocación ecológica. Las “ovejas bomberas” que pastan en el aeródromo ayudan a mantener la vegetación a raya. El objetivo del centro, además, es constituirse en un gabinete de ingeniería para asesorar a la población local y ofrecer soluciones desde el conocimiento del territorio.
(Imagen de archivo de un medio aérero del Infocam).
Prevención de incendios y asistencia sanitaria
La ubicación estratégica del aeródromo, alejado del área terminal de Madrid, su ubicación en un entorno de incalculable valor cultural y medioambiental lo convierte en un enclave idóneo para el desarrollo de soluciones aplicables a la prevención de incendios y la asistencia sanitaria de emergencia. Drones y aeronaves ligeras pueden desempeñar un papel fundamental en la monitorización de los bosques de la Sierra Norte durante la temporada de fuegos, complementando eficazmente los servicios de emergencia existentes.
El Doctor Luis Blanch Torra, coordinador del Ministerio de Ciencia e Innovación, y otros médicos y profesionales de España y México, se reunieron en Cuatro Vientos para impulsar los proyectos de Sanidad Rural en Sigüenza-Sierra Norte.
En el ámbito sanitario, el aeródromo agilizaría las evacuaciones médicas y la entrega de suministros vitales, como medicamentos a personas mayores en zonas despobladas de la zona Sigüenza-Sierra Norte. Un dron de bajo coste, con capacidad para transportar cargas ligeras, puede marcar una diferencia crucial en situaciones de emergencia, mejorando significativamente la calidad de vida en la comarca.
Turismo de calidad
El aeródromo tiene vocación de convertirse en un motor para un turismo de alto valor añadido; desde hace años atrae a un grupo de pilotos de Francia, Suiza y Bélgica, quienes eligen Sigüenza como destino. Con el objetivo de potenciar aún más este segmento, José planea impulsar los vuelos de iniciación, la creación de rutas aéreas culturales y la realización de producciones audiovisuales, como documentales que muestren los impresionantes paisajes de Sigüenza desde el aire. Todo ello busca reforzar la proyección de la región como destino patrimonial en su camino hacia la designación UNESCO.
Sinergias institucionales
El proyecto ha forjado sólidos lazos con instituciones clave como el Real Aeroclub de España, el Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial, la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), la Universidad de Alcalá (UAH) Airbus, Sepla y el centro operativo regional de Guadalajara. Estas colaboraciones han impulsado no solo proyectos tecnológicos, sino también iniciativas de gran impacto social, como un congreso médico en Madrid enfocado en mejorar la atención sanitaria en la región. La relación con el Ayuntamiento de Sigüenza ha sido fundamental, desde la obtención de ayudas europeas en los años 90 hasta el apoyo continuo al desarrollo integral del aeródromo.
El aeródromo de Sigüenza aspira a ser un referente en innovación rural, integrando métodos aeronáuticos eficientes para transformar la cultura local y abordar los desafíos de la “España Vaciada”. Los planes incluyen reactivar la escuela de aviación, establecer el Douglas Bader Camp y desarrollar corredores aéreos para drones que apoyen directamente la agricultura, la logística y la gestión de emergencias. Al atraer talento de Madrid y Alcalá, Sigüenza se posiciona estratégicamente como un nodo de desarrollo, heredero del valioso legado aeronáutico de Guadalajara, cuna de pioneros como Herminio Herrera.
Douglas Bader (Londres, 10 de febrero de 1910 - 5 de septiembre de 1982), cuyo nombre completo era Douglas Robert Stewart Bader, también conocido como Douglas Tin Legs Bader, fue un piloto de la aviación de caza británica que alcanzó celebridad por ser un as de la Royal Air Force (RAF), logrando una treintena de victorias en combate, de las que 20 fueron confirmadas, en tan sólo 15 meses de actividad en los combates aéreos contra los aviones de la Luftwaffe alemana sobre los cielos del sur de Inglaterra y del Canal de la Mancha durante la Segunda Guerra Mundial. Y ello con la peculiaridad de que, amputado de ambas piernas a raíz de un accidente imprudente anterior a la guerra, combatía provisto de dos prótesis.
Referencia: https://es.wikipedia.org/wiki/Douglas_Bader.
Compromiso con el territorio
El aeródromo no solo tiene la vocación de preservar la memoria aeronáutica, sino también a responder a retos sociales concretos con soluciones prácticas. La vigilancia de incendios con drones reforzaría la protección de los ecosistemas, mientras que la entrega de suministros médicos a zonas rurales mejoraría directamente la vida de personas mayores y aisladas en las pequeñas pedanías que pueblan el espectacular territorio Sigüenza-Sierra Norte. Iniciativas como estas, que combinan tecnología y servicio público, fortalecen el tejido social y apuntalan la sostenibilidad, lo que irá consolidando a Sigüenza como un referente de innovación aplicada al medio rural.