El Arcipreste de Hita sube el telón a su trigesimotercera edición
07/04/2011 - 11:37
Foto: José Luis Algara
No con pocos esfuerzos, la Agrupación Teatral Alcarreña (ATA) subió anoche el telón de la trigesimotercera edición del Certamen Nacional de Teatro Arcipreste de Hita. Lo hizo en una velada que, como viene siendo ya una tradición en los últimos años, estuvo aliñada por la comicidad de los miembros de la compañía cabanillera Tres Tristres Trigres, que tendrían encomendada la misión de inaugurar la cita con la puesta en escena de Los Arcipremios, la curiosa y anticipada entrega de premios del Certamen Arcipreste de Hita. Antes, sin embargo, un par de chapuzas de la empresa Gestapo Gestión de Tareas Pofesionales apuraban los minutos para tener todo a punto para la gala, una ceremonia que serviría para hacer una crítica ácida hacia quienes no han apoyado financieramente el certamen. Precisamente, uno de esos premios especiales, el denominado Coliseo Luengo Premio de los desaparecidos fue a parar a los extintos patrocinadores por sus extintas ayudas al certamen. El Premio Bizcocho Borracho recayó en la organización ATA porque hay que estar muy borracho para celebrar este certamen durante 33 años. Por último, el Premio Leche Legu, a la mejor obra, entre cuyas candidaturas se citaron los participantes en la sección oficial, fue sorprendentemente para la obra de la Gestapo.
Tras la breve pero intensa puesta en escena, que sirvió para calentar el ambiente del patio de butacas, ocupado por cerca de 700 espectadores, el escenario del Buero Vallejo comenzó a llenarse de caras conocidas de la interpretación, entre las más televisivas, la de Carlos Hipólito, Manuela Velasco y Fran Perea, algunos de los nombres que conformarían parte del reparto de Todos eran mis hijos, obra del genial Arthur Miller. La versión de Claudio Tolcachir, que ha permitido desperezar a la obra de su largo letargo su última representación en España data del año 1988 sumerge al espectador en el drama de una familia estadounidense atormentada por las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. La creciente tensión dramática de la obra, tan sólo aliviada por algunas y racionadas dosis de humor, se resolverá trágicamente con el derrumbamiento de la familia. Este sutil pero realista drama se constituyó como una esperanzadora llamada de atención a la paz que, paradójicamente, vino anoche a hacer frente a la realidad bélica en la que está sumida prácticamente la mitad del mundo.