El bi o tripartidismo
La irrupción de Podemos en el panorama político español fue celebrada por sus simpatizantes como un soplo de aire fresco sobre la política y también como el final del bipartidismo que en las últimas décadas, desde la desaparición de la UCD, han compartido populares y socialistas acaparando un 80% de los votos emitidos siendo los demás para otras fuerzas minoritarias como el partido de Rosa Díez o los herederos del comunismo, sin olvidar los nacionalismos y un amplio rosario de pequeñas formaciones de todo color. Quienes nacieron en movimientos asamblearios de calle y renegaban del sistema político terminaron constituyéndose en un partido más, adoptando las estructuras tan criticadas, variando el tono y contenido de sus mensajes y, finalmente, comportándose igual que los tradicionales en lo que más critican, es decir, en la corrupción, principal causa de su ascenso en las encuestas. Las dudas sobre las irregularidades dinerarias de sus fundadores son negadas acusando a quienes las advierten de conspiradores, aduciendo campañas contra ellos, diciendo que todo es mentira y utilizando el famoso y tú más. También dan palmadas a los sospechosos de prácticas poco éticas- ya se verá si legales o no- y no les expulsan de la formación hasta que todo se aclare, como exigen a la llamada casta, con la que por cierto comparten mesa y mantel en casa de José Bono sin rehuir tampoco el café con Pons. ¿Dónde están las diferencias? Llamativo es, por otra parte, que criticaban el bipartidismo y ahora también lo reclaman. Solo hay dos opciones, o seguir con el PP o el cambio de Podemos, mantiene Iglesias, parecido y sorprendente discurso al que han sostenido en la convención nacional los todavía primeros en intención de voto. El PSOE, para unos y para otros, parece desaparecer. Iglesias se come el partido que fundase su tocayo después de desayunarse con rapidez a Izquierda Unida, o eso les gustaría. El PP habla como principal rival de una formación sin sentido de Estado ni de las instituciones y con un discurso ambiguo, pero, eso sí, que maneja el sufrimiento de los que más padecen las consecuencias de la crisis creando en ellos expectativas que solo son humo. ¿Estamos ante el fin del tradicional bipartidismo y el inicio de otro nuevo- en definitiva también derecha o izquierda? Apostamos más por el tripartidismo y sabiendo de la intención no manifestada de voto, estamos convencidos de que el PSOE sigue siendo segundo.
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