El campo magnético terrestre y su influencia en el ser humano
Hoy día se sabe que los campos magnéticos de la Tierra tienen una influencia mucho mayor sobre los organismos vivos de lo que se pensaba hace unos años, por ejemplo sobre las plantas, animales y también sobre el ser humano. Se trata de una influencia mucho mayor que todos los campos eléctricos. Hace algunos años apenas la ciencia sabía nada al respecto, sin embargo en el Libro Origen y Formación de las enfermedades de la Editorial Vida Universal y que es una obra manifestada dada a través de Gabriele de Würzbug hace 25 años, ya pudimos leer lo siguiente: «Los campos magnéticos terrestres traspasan toda la materia, todo organismo, toda planta y toda piedra.
Todo lo que hay en la Tierra está sometido a la influencia de los campos magnéticos» La ciencia hoy sabe por ejemplo que cuando se producen perturbaciones importantes del campo magnético, las personas sufren más ataques de epilepsia, trastornos mentales, problemas circulatorios y cardiacos, dolores de cabeza, alteración del sueño, aumento de la presión ocular y anomalías en el equilibrio entre otras. Además se observa un aumento de la criminalidad, agresividad, miedo, depresiones, falta de concentración y de memoria.
Estudios publicados en los últimos dos años demuestran que durante las tormentas geomagnéticas aumenta la tasa de suicidios. Además se sabe que cuando se producen erupciones solares, llegan a la Tierra vientos solares con mayor intensidad y estos chocan con la magnetosfera de la Tierra y tuercen el campo magnético del planeta. Las tormentas magnéticas por tanto no son otra cosa que una compresión del campo magnético de la Tierra por el viento solar. ¿Pero puede el hombre influir, cambiar con su comportamiento el campo magnético de la Tierra? Se supone que sí, que el movimiento de grandes masas de terreno, conduce a la trasformación del campo magnético. Así nos podemos imaginar, en base a las grandes dislocaciones que se realizan sobre la Tierra, como esto puede influir, por ejemplo los grandes socavones que se realizan en minería, los grandes túneles que perforan montañas enteras, el almacenamiento de agua en presas y embalses etc. Por tanto el ser humano es una y otra vez responsable por los efectos que llegan y llegarán a él en forma de catástrofes naturales, algo de lo que fue advertido a través de la profecía del tiempo actual hace más de 35 años y que desoyó.