El cribado genético

17/09/2012 - 13:29 Redacción

Sr. Director
La reforma de la Ley de Reproducción Humana Asistida de 2006 amplió aún más el uso del diagnóstico genético preimplantacional (DGP) en España, con la posibilidad de recurrir a los bebés-medicamento. Pero la aplicación del DGP nace mucho antes (1990 en Inglaterra), y bajo otras indicaciones. Desde el principio, el DGP busca detectar enfermedades hereditarias graves, de aparición precoz y no susceptibles de tratamiento, mediante el análisis exclusivo de los embriones in vitro antes de ser transferidos.
 
Pero bajo el DGP, destinado –cabe pensar– a una minoría con enfermedades genéticas familiares, surge con fuerza el cribado genético: un diagnóstico de los embriones para detectar anormalidades cromosómicas, y así mejorar las tasas de implantación en mujeres con edad avanzada, fallos en ciclos de fecundación in vitro (FIV) previos, abortos de repetición, o en los casos de un factor masculino severo de infertilidad.
 
Estas indicaciones, aplicables a la mayoría de mujeres que recurren a la FIV, han convertido al DGP y al cribado en una técnica generalizada, extendida en cada vez más centros y aplicada a más ciclos de reproducción asistida.
 
Es una técnica con errores de diagnóstico, agresiva con los embriones, y con fines eugenésicos, ya que no busca curar sino descartar. Supone desechar miles de embriones “dudosamente anormales” en pro de unos pocos escogidos, que en el largo proceso de la reproducción asistida, muchas veces no llegan a nacer.
 
Lo que comenzó como una técnica para detectar enfermedades hereditarias graves, se está utilizando para seleccionar los mejores embriones dando lugar a un claro caso de eugenesia positiva.