Después de un año de trabajo intenso, es justo que nos tomemos unas vacaciones para reponer fuerza y luego reanudar la faena con más bríos. Descanso no quiere decir estar mano sobre mano, o tirarnos a la bartola; se descansa muy bien cambiando de ocupación; dedicando más tiempo a la familia: organizar cenas y fiestas con familias amigas, visitar a personas que no tienen ya a nadie y viven solos
(¡cómo agradecen que alguien vaya a verlos y les hagan pasar un buen rato!), tomar el sol, hacer nuevas amistades, leer un buen libro y al admirar en él la sabiduría humana, damos gracias a Dios porque nos ha hecho personas con inteligencia y voluntad. En las salidas al campo, al admirar el orden de la naturaleza, las montañas, el gorgeo de los pájaros, nos lleva a pensar que hay un ser superior que organiza todo y descubrimos que ese ser es Dios.
Para descansar bien y hacer descansar a los demás, no es necesario gastarse millones, aparte de que con la crisis, no los hay, ni hacer gamberradas que molestan a los demás. Todo es cuestión de orden y sentido común, y cada uno poniendo su granito de arena, descansamos y hacemos descansar a los demás.Buenas vacaciones.