El Día de la Biblioteca
28/10/2013 - 00:00
Decía J.L. Borges que ordenar bibliotecas era como ejercer en silencio el arte de la crítica. Todavía sigue existiendo en el imaginario colectivo la biblioteca como lugar de calma y de silencio. Silencioso es y ha sido nuestro trabajo. Silenciosos siguen estando nuestros colectivos y nuestras bibliotecas, que a pesar de seguir encontrándose en una de las situaciones más precarias de los últimos años, no se nos oye al igual que se oyen a otros sectores de servicios públicos. Pero aquí estamos, trabajando en el silencio pero no en la conformidad. Aunque según Borges nuestro trabajo critique en silencio, el pasado, 24 de octubre, Día de la Biblioteca, quisimos alzar la voz y criticar en voz alta. Dar un toquecito un poco más fuerte para que, sobre todo las instituciones, se acuerden de que seguimos aquí. Las bibliotecas en Castilla-La Mancha estamos en una situación muy precaria.
Las Bibliotecas Públicas del Estado en esta región han sufrido muy duros recortes en plantillas y en recursos en los tres últimos años, lo que supone un enorme impedimento para adquirir y ampliar colecciones y mejorar e incluso mantener básicos servicios bibliotecarios; las Bibliotecas Públicas Municipales llevan ya tres años sin una sola ayuda pública para la realización de actividades, dos años sin ayudas públicas para la compra de libros, dos años (y va para un tercero) sin apoyo público a los ayuntamientos para el mantenimiento del personal bibliotecario. Porque es muy grave el despido en unas y otras bibliotecas públicas del personal bibliotecario, clave para el sostenimiento de la red de bibliotecas públicas de Castilla-La Mancha y garante de la independencia y profesionalidad en el funcionamiento de estos centros. Los ciudadanos de Castilla-La Mancha están viendo muy reducidos sus servicios bibliotecarios y las bibliotecas se ven obligadas a retroceder gravemente tras largos años de esfuerzo colectivo.
Ésta es nuestra situación. Hemos dicho ya por activa y por pasiva los enormes beneficios sociales y culturales que puede ofrecer una biblioteca allí donde se encuentre: alternativa de ocio creativo, apoyo educativo y al fracaso escolar, autoformación, punto de información, apoyo a los desempleados, oportunidad cultural para los más desfavorecidos, animación a la lectura para niños, jóvenes y mayores y herramienta cultural para la mejora social y la convivencia. No podemos obviar los estudios que evidencian la incidencia económica y social de las bibliotecas públicas en sus comunidades. Nuestros usuarios lo saben, pero desgraciadamente nuestros gobernantes aún no. El pasado, 24 de octubre, las Bibliotecas alzamos la voz. Hoy no vamos a mandar silencio, hoy queremos gritar bien alto porque tenemos valor y porque queremos defender a los ciudadanos y a esta democracia. Queremos que nuestro valor se haga presente hoy más claro que nunca. Porque tenemos valor.
Después de la sanidad pública, las bibliotecas son el servicio público más utilizado por los ciudadanos. Son centros que, bien atendidos, pueden y deben contribuir a mejorar esos malos datos que sigue dando nuestro país en comprensión lectora. Son también centro democratizador e integrador, intercultural, divulgador y defensor del conocimiento de la humanidad, que bien equipado, hace que cualquiera tenga un digno acceso a la cultura, a la educación y a la información. También son lugares de reunión, de diálogo, de conocimiento, de aprendizaje a lo largo de la vida. Son, en definitiva, centros activos de ciudadanía, creadores de personas libres y críticas a través de la lectura individual o compartida. Ese es nuestro valor. Y queremos seguir teniéndolo, y además aumentarlo.
Aprovechamos la coyuntura actual en la que el Príncipe de Asturias ha hecho unas declaraciones en las que afirma que un buen lector es un hombre capaz de vivir reviviéndose de continuo y destaca la importancia de ser un buen lector para tener la capacidad de dialogar. Esperamos que nuestros gobernantes se hagan eco de estas palabras y actúen a favor de las bibliotecas porque en ellas es donde realmente se aprende a leer en cualquier etapa de la vida, pues se ofrece otro factor imprescindible, que es el placer por leer y el placer de compartir la lectura. Y esperamos que nuestros gobernantes sean buenos lectores, porque así podrán dialogar, y a través del diálogo, poner fin a esta situación que nuestras bibliotecas padecen.