El fin de la libertad

23/06/2014 - 23:00 Jesús Fernández

La idea y la convicción de la libertad la encontramos en todos los partidos que viven y forman la democracia. La diferencia está en que unos juegan más que otros con ella. Para algunos, la libertad es un privilegio de unas minorías, para otros es una necesidad para toda la sociedad. Hay una gran contradicción en este tema pues mientras que teóricamente se ensalza la grandeza de la libertad, se oculta o se renuncia a hablar de las innumerables colectivos o poblaciones que carecen de ella. Olvidamos que todos somos hombres, incluidos los pobres, los desempleados, los esclavos, los desheredados. Rompemos cualquier vínculo moral con los demás y nos repartimos la libertad y vemos a los demás sólo como objeto de interés y especulación. La libertad consiste en que cada persona, en la medida de lo posible, diseñe y decida su propia vida contando que la misma libertad tienen los demás. Sin embargo, existen muchas limitaciones a esta libertad procedentes de las condiciones económicas, laborales, familiares, profesionales. Ante esto, nos replegamos y nos refugiamos en el concepto de libertad interior y abandonamos la idea de igualdad entre todos los hombres, haciendo compatibles libertad y diferencias.
Entonces hablamos de clases sociales como formas de libertad. Ya hemos terminado con la libertad y la hemos reducido o convertido en clase social. La culpa de todo esto –piensan algunos- es el principio de propiedad privada desarrollado por el capitalismo. ¿Qué pertenece a quién? ¿Quién lo distribuye o asigna y basado en qué? El trabajo es considerado, hoy día, como la mayor fuente y derecho de propiedad privada. Las cosas pertenecen a aquel que las ha producido, armado, confeccionado. ¿Por qué unos trabajan para poder poseer y otros poseen y disfrutan de las cosas sin trabajar? He ahí la gran cuestión del capitalismo que no ha sabido despejar. Sin embargo, el orden económico consiste en que, para poder producir, es necesario disponer de inversiones antes de trabajar.
El beneficio de dicho capital debe ser reinvertido lo que significa que la reinversión de capital también da derecho a la propiedad de lo producido. Si la libertad privada es la causa de las diferencias entre los hombres, hay grupos y sistemas que optan por suprimirla y estatalizar todo en la vida de las sociedades. Así se terminaría con la desigualdad pero también con la libertad. El socialismo es el fin de la libertad. Contribuir hoy al establecimiento de la libertad es contribuir a la creación de ocupación y empleo. Sin trabajo no se puede planificar nada en la vida. El derecho al trabajo es, en pleno siglo XXI una de las mayores fuentes de la libertad de la dignidad humana. La lucha diaria por una libertad y un derecho de propiedad tiene que pasar por una regulación del mundo o de las relaciones laborales por parte del Estado. Hay que liberar al capital hay que capitalizar la libertad regulando el orden del mercado laboral.
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