El honor de cumplir cien años

23/03/2013 - 00:00 José Serrano Belinchón

  
  
  
  Me quedo con las ganas de dedicar mi comentario bisemanal a la noticia por excelencia de los últimos días, es decir, a la personalidad del recién nombrado Pontífice de la Iglesia, el hasta ahora cardenal Bergoglio, hispanohablante por origen, y todo un cúmulo de virtudes humanas y cristianas de quien tanto tendremos que aprender; pero reconozco que a estas alturas, una semana después de su elección, ha sido bastante lo que se ha escrito de él, y si las cosas por defecto siempre son ruines, también los excesos suelen resultar inconvenientes. Hay otras noticias de actualidad de las que se ha hablado menos por tener un interés únicamente particular, pero que así mismo merecen un comentario y un elogio, por qué no, al menos por lo que tienen de referencia a nuestro entorno más próximo. Me refiero al homenaje público ofrecido a tres personas de la provincia de Guadalajara, dos hombres y una mujer, que durante los últimos días han visto cómo se añade un tercer dígito a la cifra que registra su edad, se han convertido en centenarios, dato éste que por ser tan frecuente en los últimos tiempos apenas si causa sensación, pero que ahí están felizmente entre nosotros. La novedad, al menos para mí por lo que leo en nuestro periódico, es que la proporción de longevos apunta a un número mayor de hombres que de mujeres, lo que va en detrimento de los datos estadísticos que, si no estoy equivocado, dan un número bastante más abultado de viudas que de viudos, o lo que es igual, que los varones tenemos una fecha de caducidad más corta que las hembras, al menos en nuestro país y en varios otros con una cultura análoga y unas formas de vida similares a la nuestra. Desconozco el motivo que justifique por qué las cosas son así, aunque pienso que lo habrá.
 
  Este grupo de marceños centenarios, muestra tan sólo de otros muchos cuya identidad desconocemos, son doña Adela Villar, enfermera que fue de Brihuega, y salvadora de la imagen patronal de la Virgen de la Peña en momentos que más vale no recordar; don Lázaro Martín, de Estriégana, y don Leandro Marina, de Almadrones. Ni qué decir que nuestra felicitación más cordial y emocionada va para cada uno ellos, a título de recompensa por sus muchos años de trabajo y de servicio a sus semejantes. El reconocimiento no sólo familiar, sino público, a las personas centenarias, es un detalle que en cualquier caso honra a un pueblo y a un país. Suena a tópico todo cuanto se dice en favor de las personas mayores; pero es una prueba manifiesta de civilización, de salud social, de justicia, de que en un mundo huérfano de valores todavía queda algo de lo que nos debemos sentir orgullosos. Lástima que no siempre y en todas partes ocurra igual, pues no existe nada peor de corazón hacia adentro, que la desconsideración con los ancianos por aquello de que para nada sirven, desear su muerte, incluso buscando cauces legales para dar un falso respiro a la mala conciencia. Tú ya me entiendes.