El nuevo rostro de la pobreza

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Editorial
Vivir de la caridad se está convirtiendo en la única salida de muchos de los que nunca antes pensaron que sería su única manera de sobrevivir. La crisis ha llevado a más de uno a una situación límite en la que los comedores sociales o la ayuda de organizaciones no gubernamentales como Cáritas Diocesana son las únicas salidas a una situación económica complicada.
Las bolsas de pobreza y marginalidad se han incrementado preocupantemente en la provincia durante los últimos meses, hasta tal punto que muchas de esas ONGs tienen que dedicar la mayor parte de sus recursos a ayudas sociales. Hace meses el obispo de Guadalajara ya lo advertía: “Los comedores sociales estaban al límite”, y ese límite va quedando atrás. Por ello la ayuda de parroquias y el reparto de alimentos, que se lleva a cabo por voluntarios, se ha convertido en un apoyo fundamental para evitar que esos comedores se saturen, satisfaciendo la demanda de aquellos que más lo necesitan. No en vano muchos de los que se han convertido en asiduos a los comedores sociales, unos locales en los que se da almuerzo, cena e incluso cama a los ‘sin techo’ y a los más desfavorecidos, jamás pensaron estar en esa situación. Es la cara más humana de una coyuntura económica que deja tras de sí, un nuevo tipo de pobre que está aflorando entre la clase media. La mayoría de los parados recientes acuden “cohibidos” a estas instalaciones e, incluso, piden la ración para llevársela a casa, porque les avergüenza. Para ellos la opción de solicitar alimentos es una medida intermedia que, le sigue, facilitando algo que llevarse a la boca. Ya no son los inmigrantes sin papeles. Ahora la crisis hace mella, también, en las familias con niños, quienes cada vez más acuden a la beneficencia en busca de ropa usada, comida o asesoramiento para lograr llegar a fin de mes. La crisis no sólo ha cambiado los hábitos de muchos sino que, además, nos muestra el nuevo rostro de la pobreza.