El petróleo que empobrece

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

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Cartas al director
AMNISTÍA INTERNACIONAL / Guadalajara
¿Debería importarnos lo que ocurre en Ogbodo, un lugar del que nunca hemos oído hablar? Para los que tengan curiosidad, multinacionales de hidrocarburos como Shell, Eni y Total llevan medio siglo extrayendo petróleo allí y en otros lugares ubicados en torno a la desembocadura del Níger.

Los enormes depósitos de petróleo han aportado al país unos ingresos de miles de millones de dólares, pero sus habitantes sólo han conseguido empobrecimiento, conflictos, abusos contra los derechos humanos y desesperación.
Más del 60 por ciento de las personas de la región dependen del río Níger, el tercero más largo de África, para ganarse la vida. La pesca y la recolección de productos forestales constituyen su principal o única fuente de alimentos. El río se utiliza para bañarse, para actividades domésticas y en muchas zonas es la única fuente de agua potable.

El delta del Níger acoge extensos yacimientos de petróleo cuya explotación está siendo llevada a cabo por el Gobierno de Nigeria y por multinacionales. Sólo Shell ocupa 31.000 kilómetros cuadrados con tuberías, pozos y estaciones de bombeo. Unas infraestructuras que pasan junto a las casas, las granjas y las fuentes de agua.

Cada año se producen centenares de vertidos de petróleo. No estamos hablando de simples accidentes, sino de prácticas empresariales irresponsables. Quienes habitan el delta del Níger tienen que beber, cocinar y lavarse con agua contaminada. Comen pescado con petróleo, si es que son capaces de encontrar bancos de pesca. La tierra que cultivan se está degradando. Tras los vertidos de petróleo, el aire que respiran huele a petróleo, gas y otros agentes contaminantes. Hay problemas respiratorios y lesiones en la piel, y sin embargo, ni el gobierno ni las compañías petroleras vigilan los efectos de la contaminación del petróleo en los seres humanos.

La contaminación medioambiental está violando el derecho a la salud, a un medio ambiente saludable, el derecho a un nivel de vida adecuado (incluido el acceso al agua y la alimentación) y el de ganarse el sustento mediante el trabajo. El gobierno de Nigeria es consciente de los peligros que entraña la contaminación del petróleo para los derechos humanos, pero no se han tomado medidas que garanticen que no se lesionan esos derechos. La normativa gubernamental sobre la industria petrolera es del todo insuficiente, y no se facilita información básica a las comunidades sobre el impacto de esta industria en sus vidas. El elevado nivel de dependencia del petróleo que tiene Nigeria y el hecho de que su gobierno sea socio mayoritario de las “joint ventures” -empresas conjuntas integradas por una empresa de propiedad estatal, y una o más empresas petroleras- agudizan esta tragedia de los derechos humanos.

En poblaciones como Ogbodo, donde 42 comunidades se vieron afectadas en 2001 por un vertido de petróleo responsabilidad de Shell, no hay agua limpia para lavar, cocinar o beber. Cuando tu entorno está contaminado, tu vida está igualmente contaminada. Si el pescado que debería servirte de alimento se encuentra relleno de petróleo alguien debe rendir cuentas por ello. Resulta inadmisible que empresas como Shell no tengan reparos en llevar a cabo prácticas que maltratan la vida de millones de personas, aprovechándose de la débil regulación nigeriana.

Una empresa no puede pasar por alto las consecuencias de sus acciones por el simple hecho de que un gobierno no la obligue a rendir cuentas. Hay normas internacionales relativas a las actividades de la industria petrolera y normas aceptadas sobre impacto social y medioambiental que las empresas petroleras en el delta del Níger deben conocer bien y deben implementar.

Se tiene que poner punto y final a la destrucción del delta del Níger, limpiar exhaustivamente la zona y hacer pública toda la información sobre el impacto de las operaciones petrolíferas en el medio ambiente y los derechos humanos. Las empresas deben asumir su responsabilidad y rendir cuentas. Es intolerable que las vidas de las personas no tengan ningún valor frente al petróleo.