El trabajo de los kiosqueros

21/04/2013 - 00:00 Pedro Villaverde Embid

  
  
  
  Cada día tiene su afán y cada trabajo sus complicaciones y gratificaciones, pero hay que reconocer que algunos resultan especialmente duros por su exigencia de dedicación que lleva a jornadas que se extienden mucho más allá de lo habitual y posiblemente de lo recomendable. Uno de ellos, al que hoy queremos mostrar nuestro reconocimiento y agradecimiento, es el que pone fin a la cadena que hace posible que cada día los lectores tengan en sus manos periódicos y revistas. Nos referimos a los vendedores de prensa. El pasado sábado, más de ochocientas personas se dieron cita en la cena anual que la Federación Madrileño-Castellana de Vendedores Profesionales de Prensa organiza en un lugar distinto dentro de su ámbito. En junio de 1991 tocó Guadalajara y doce años después la asociación que preside ahora José Luis Calvo ha tenido la responsabilidad de convocar y desarrollar la cita. Lo hicieron bien.
 
   Tuvimos la oportunidad de compartir mesa y conversación con vendedores de nuestra ciudad, a los que habitualmente conocemos como los kiosqueros. Son esos señores o señoras amables que nos dan los cromos para los niños y tienen en sus mostradores toda la prensa que se vende. Pasan diez o doce horas cada día en un habitáculo de pocos metros, con escasa movilidad pues, sufren como pocos las inclemencias del tiempo desde los calores sofocantes de agosto a las heladas del invierno. A las seis de la mañana están colocando ya su amplia oferta de coleccionables y promociones que extienden por el suelo porque no tienen escaparate para más y no les compensa irse a comer por no replegar y volver a colocar. Abren todos los sábados, domingos y festivos.
 
  Están solos porque los márgenes no dan para una segunda persona con la que turnarse y encima sufren los efectos de una crisis que han llevado al cierre a muchos de los periódicos que vendían y a la reducción considerable de ejemplares en la mayoría. Aun así conservan la ilusión, la sonrisa, el buen ánimo, las ganas de seguir adelante, la profesionalidad en una palabra. Hay más de ciento cincuenta puntos de venta en la provincia. No son negocios para hacerse ricos ni para vivir bien, si para trabajar y ganarse la vida prestando un servicio que todos demandamos y que hace posible la libertad de expresión en España.