El verano y su lado más trágico

 

Los días de verano y de asueto se pueden convertir en trágicos de la mano de un simple descuido. Esta semana nos sobrecogía la noticia de que una niña de cinco años aparecía sumergida en la piscina de San Roque y era trasladada en estado grave al Hospital Niño Jesús de Madrid. Aunque en Guadalajara no son frecuentes estos sucesos, la asfixia por inmersión o ahogamiento es una causa de muerte que aumenta su frecuencia en verano, llegando a suponer el 8 por ciento de la mortalidad infantil en este periodo. Y es que es en estos meses cuando se contabilizan un mayor número de fallecimientos por esta causa. En lo que va de año más de 50 personas han muerto ahogadas en España después de un inicio del mes de julio especialmente trágico, con cinco muertos en tres días, cuatro de ellos menores. Sin embargo, las estadísticas vienen demostrando que es el mes de agosto el más complicado. Los datos demuestran con claridad que el mes de vacaciones por excelencia en España es el de mayor número de muertos por ahogamiento. Este dato confirma que cuantos más usuarios hay en los espacios acuáticos, más casos suceden, lo que debería incidir en una adecuada respuesta pública y privada en torno a la dotación de recursos humanos y materiales de socorrismo para evitar los accidentes o intervenir de manera inmediata si suceden. Sin embargo, salvo algunas excepciones, estos servicios no se refuerzan cuando hay mayor afluencia de usuarios en estos recintos. Precisamente por eso, no se debe bajar la guardia en ningún momento. Los padres y tutores deben ejercer una supervisión activa y permanente cuando los niños estén en el agua. Esta recomendación debe de cumplirse especialmente con menores de cinco años, a los que además se recomienda inicien el aprendizaje de la natación en torno a los cuatro años de edad. Todo es poco para evitar estos accidentes, de ahí la necesidad de insistir en profundizar en las medidas educativas y preventivas, más allá de incrementar los recursos en estas piscinas.