El verdadero heroismo está en la calidad de la lucha
Ayer tuve la gran ocasión de visionar la película, dirigida por Roland Joffé; La ciudad de la alegría, basada en el best seller de Dominique LaPierre. Protagonizada por el actor Patrick Swayze. Fue nominada para los premios Political Film Society USA. El filme se desarrolla en un barrio pobre de Calcuta en la India. Allí se derrocha, dentro de unas condiciones miserables, la entrega a los demás sin esperar nada a cambio. Un barrio repleto de leprosos. Unas condiciones infrahumanas.
En un dispensario sin los elementos primarios, desarrolla su profesión, la medicina. Desgarrado su corazón, Swayze se entrega, en cuerpo y alma, a un desinteresado heroísmo en el que encontró la calidad de la lucha en el amor a los demás, a los más desvalidos. También fue el director de La misión. Recientemente ha regresado con Encontrarás dragones.
Joffé afirma: Me había golpeado la afirmación de Josemaría: a Dios se lo encuentra en la vida ordinaria y esa vida ordinaria, en su caso, fue la guerra civil española. A pesar de escenas violentas, el resultado final de esta superproducción es un mensaje de perdón; el perdón deshiela lo que ha quedado congelado.
Como en Los gritos del silencio, hay también un periodista que busca documentación, en este caso para escribir un perfil biográfico sobre Josemaría Escrivá de Balaguer. En su indagación, encuentra que el fundador del Opus Dei (encarnado por Charlie Cox) y su padre, Manolo (Wes Bentley), eran amigos de la infancia. Joffé y su equipo han logrado una gran película, conmovedora y apasionada, dirigida a un público muy amplio. Será distribuida por todo el mundo y, de manera especial, en el mercado norteamericano.