Elecciones sin sorpresas
21/11/2011 - 13:03
No hubo sorpresas en Guadalajara. Al final las urnas no movieron ficha y se mantuvo el reparto tradicional de dos diputados por el PP y uno para el PSOE. Aunque con más de la mitad del escrutinio de los votos provinciales los resultados parecían dejar abierta una posibilidad para que los populares consiguieran el 3-0, lo cierto es que el 54 % de votos conseguido por el PP frente al 27% del PSOE no fue suficiente. Y es que aunque en Guadalajara, se votó menos que en las elecciones de 2008, los populares mantuvieron, e incluso incrementaron, el porcentaje (50 % en 2008) siendo el PSOE el que vio caer la confianza de un electorado de izquierdas ( 40 %) que se derivó tanto para IU (que pasó del 3 % conseguido en las anteriores elecciones al 6 % en los comicios de ayer) como para UPyD que triplicó sus votos, convirtiéndose en una de las grandes beneficiadas en la provincia. Tampoco en el Senado hubo cambios y, como era previsible, la terna formada por Porfirio Herrero, Juan Antonio de las Heras y Ana González fue la más votada. Pero si Guadalajara no era definitiva, si lo eran otras dos provincias castellano-manchegas: Toledo y Albacete. En ambas los populares consiguieron arrebatar a los socialistas dos diputados con lo que el PP de Castilla-La Mancha conseguía un resultado histórico en la comunidad con 14 diputados, mientras que el PSOE se tendrá que conformar con siete escaños. Se demostraba así, en las urnas, la confianza que los castellano-manchegos otorgaban en mayo a la presidenta regional del PP, Mª Dolores de Cospedal que ha tenido que sufrir una dura campaña en la que los socialistas le achacaban haber convertido la región en conejillo de indias de las políticas que Rajoy, una vez se convirtiese en presidente, llevaría a cabo en el resto del país. Ayer los castellano-manchegos no dudaron, con su apoyo, en ratificar su conformidad con las medidas de austeridad puestas en marcha por la presidenta aunque ahora, será el nuevo presidente de Gobierno electo el que tendrá que iniciar un arduo camino que, a priori, se antoja muy difícil.