En el nombre de Sigüenza

23/08/2014 - 23:00 Emilio Fernández Galiano

produzco en estas líneas el texto íntegro del pregón que pronuncié en Sigüenza el pasado 9 de agosto como antesala de las Fiestas y que, por sentido prudencial del tiempo, no leí en su totalidad. También he corregido y aumentado levemente algún punto, después de haber tenido algún día más para revisarlo: Supone para mí un gran honor pregonar las fiestas de Sigüenza. De desde bien pequeño viví estos días con gran intensidvad, desde bien joven me hice peñista, llevo ya 36 años de peñista, y en plena madurez (si alguna vez consigo madurar), mantengo intacta la ilusión que durante tantos años desparramé primero en la peña Pepinillos y luego en la del Grupo Mixto. Os digo a las peñas: seguid siendo los embajadores de la fiesta, los divulgadores del buen ambiente y los cicerones de la diversión. Hablando de Cicerón. Hace más de cuatro décadas, mi tío, Manuel Fernández-Galiano, catedrático en Clásicas y un eminente helenista, escribió un pequeño tratado sobre el nombre de Sigüenza, que viene a ser, en una versión etimológica, algo así como “la que domina el valle”. Ya quisiera este pregonero poseer la vasta cultura de su tío, pero sí pretendo jugar con el anagrama de SIGÜENZA, esto es, con el significado de las letras que configuran su nombre:
 S: Sobriedad. Ya sé que apelar a la sobriedad en fiestas parece un desatino. Me refiero a otro tipo, la sobriedad castellana. A su serenidad, sacudida de alharacas y de adornos innecesarios. Dura como sus piedras pero bella como su catedral. Sigüenza es Castilla en esencia. No es de extrañar que los miembros de la generación del 98, gallegos, vascos, andaluces, recurrieran a Castilla como gen de la identidad nacional, tan debilitada entonces y amenazada ahora. Sigüenza, como Castilla, representa a España en su versión más generosa, más auténtica. Más sincera. Más sobria.
I: Integradora. Nuestra ciudad recibe abierta al visitante o al que busca su futuro entre nosotros. Al de ciudades cercanas o lejanas. Mi saludo afectuoso a todos los vecinos, profesionales que vienen de fuera, oriundos o inmigrantes que ayudan a Sigüenza a crecer y hacerla mejor.
G: Grandeza. Sigüenza es grande en su acepción coloquial, como su catedral, como su castillo, como su pinar. Como su orgullo, por qué no decirlo.
U: Única. Se ha comparado a Sigüenza con otras ciudades importantes castellanas. Burgo de Osma, Soria. Incluso con otros pueblos españoles del norte como Fuenterrabía. Incluso se la ha llamado la Toscana castellana. Está muy bien. Pero es única. Después de haber conocido muchas de ellas, es única. En su belleza, en su Historia y en el frío que hace en la mayoría de sus noches.
E: Esperanza. Que aquí encuentren los que lo están pasando mal por razones de enfermedad, problemas económicos, por la tristeza por la pérdida de seres queridos. Que encuentren esperanza. El miedo es la falta de esperanza. Intentemos aferrarnos a ella para alejar el miedo.
N: Naturaleza. Otro tío mío, Emilio, catedrático en Botánica, me enseñó a apreciar la naturaleza. Basta con salir en bici por los alrededores para darnos cuenta del enorme patrimonio natural del que disfrutamos. Ya no sólo el pinar, rico en especies arbóreas, sus valles, su fauna, su universo micológico. Cuidemos nuestro entorno pues de él se enriquece nuestra forma de vivir.
Z: Zénit. En las noches sin luna, y sin contaminación lumínica, en Sigüenza se observan las estrellas como en el mejor Zénit, pareciendo poder cogerlas con las manos.
A de AMOR, aquí lo descubrí, y A de AMISTAD, aquí la cultivé, la sigo cultivando y espero seguir cultivándola por largo tiempo con muchos de vosotros. He recordado a mis tíos Manuel y Emilio y no me parecería honrado recordar a mis padres, aquí enterrados. Mi padre, lo sabéis muchos de vosotros, estuvo muy vinculado a Sigüenza y se sintió seguntino, como yo. Y doy fe que amó mucho a esta ciudad e hizo cuanto pudo por ella.
Como gesto quisiera relataros, ensoñándonos en un ambiente medieval, el soneto que escribió al Doncel de Sigüenza: Allá, en la acequia gorda granadina/ lejos de la ciudad de sus amores/ oye Martín los recios atambores/ anunciando la lid que se avecina. Ármase el mozo y presto se encamina/ a amparar el pendón de sus señores/ más una mano torpe de furores/ hiere su joven carne seguntina. Al contemplar la muerte frente a frente/ no pierde la arrogancia y compostura/ requiere el libro, que le da su gente El codo apoya, quiebra la cintura/ cruza las piernas y elegantemente/ entra en la eternidad de su lectura. Seguntinos todos, gritad conmigo: VIVAN LAS PEÑAS. VIVAN SAN ROQUE Y LA VIRGEN DE LA MAYOR. VIVAN LAS FIESTAS. VIVA SIGÜENZA.
Â