En Guadalajara hay 15.000 personas que no tienen ningún tipo de prestación

18/12/2012 - 12:11 M.Martínez

  Personas que nunca habían recurrido a los servicios sociales pero que, por motivos como que han agotado la prestación, sus ahorros, o llevan tiempo en paro, tienen que pedir ahora ayuda porque no tienen recursos para cubrir las necesidades básicas de su familia son las que configuran el nuevo perfil de las que sufren riesgo de exclusión social. En Guadalajara hay una bolsa de 15.000 personas que no tienen ningún tipo de prestación. Ante la falta de recursos públicos, los Observatorios de Guadalajara y Sigüenza proponen algunas medidas para poder dar respuesta a las nuevas necesidades.
 
 
  Guadalajara (Opegu) y Sigüenza (Opasi), de Accem, han presentado un informe en el que plantean nuevas propuestas de inclusión y cohesión social en la provincia de Guadalajara tras realizar un diagnóstico de la situación actual de las personas que se encuentran en riesgo de exclusión social. De este informe hay un dato destacado y es el cambio de perfil que se está registrando entre los usuarios que llegan a los servicios sociales en busca de ayuda.
 
  Son personas de una clase media que nunca había necesitado estos recursos y, de repente, por agotamiento de las prestaciones, por llevar tiempo en paro y con pocas expectativas de encontrar trabajo, etc., se encuentran con que no pueden cubrir su necesidades básicas, no tienen recursos para pagar la vivienda o los alimentos. Como dato ilustrativo, David Márquez, técnico de Inserción de Accem, subraya que hay una bolsa de unas 15.000 personas que no tienen acceso a ningún tipo de prestación, lo que supone entre un 7 y un 8 de la población provincial.
 
   Los servicios sociales han detectado que hay familias que han tenido que prescindir del servicio del comedor escolar para sus hijos porque, por la eliminación también de estas ayudas, no pueden sostenerlo y tampoco tienen recursos para mantener una alimentación equilibrada en casa. Por eso, lo que más preocupa a los servicios sociales es cómo está afectando la crisis a los menores. Los observatorios han detectado además que están surgiendo nuevos modelos de convivencia al tener que regresar al origen familiar, a vivir con los abuelos, o personas que se ven obligadas a seguir viviendo con su expareja.
 
  Esto genera un desgaste emocional que puede llevar a situaciones de riesgo. También se detecta algo que antes era exclusivo del colectivo inmigrante, como el convivir con personas que no están unidas por ningún vínculo familiar. Ante esta situación y frente a la escasez de recursos por parte de las administraciones para ponerle solución, el Observatorio ha considerado necesario analizar a nivel técnico cómo dar respuesta a las necesidades que se plantean con los recursos que hay y esgrime una serie de propuestas.
 
   Entre ellas, establecer métodos y herramientas para mejorar la coordinación entre los agentes implicados, desde la administración, las asociaciones, los trabajadores, etc., o implantar nuevos programas para dar respuesta a las nuevas necesidades que van surgiendo; y algunas más concretas como articular mecanismos de acceso a la vivienda, a través de alquileres sociales o convenios para disponer de los pisos vacíos; priorizar la protección de la infancia, acciones relacionadas con el empleo y la formación, potenciar la autonomía de las personas y mejorar la atención al medio rural.
 
Nuevos voluntarios
 
 El informe elaborado por el Observatorio Permanente revela asimismo que un cambio en el perfil del voluntario. Hasta las organizaciones sociales llegan más voluntarios pero con una motivación distinta. Si antes lo hacían por su compromiso social, ahora lo hacen porque disponen de más tiempo libre y porque ven en ello una forma de adquirir experiencia de cara a encontrar una salida laboral, además, de poder ayudar al mismo tiempo a otras personas.