En la Mancomunidad Villas Alcarreñas
Somos un grupo de vecinos y afectados de Moratilla de los Meleros, municipio de la provincia que cuenta con 70 habitantes y en el que un total de siete vecinos tenemos la enorme desgracia de encontrarnos en el paro. Recientemente, el Sepecam, en un claro ejemplo de ineptitud e ineficacia, ha enviado a tan solo dos de los siete vecinos desempleados de esta localidad una convocatoria de empleo para ocupar durante tres meses un puesto en la mancomunidad Villas Alcarreñas olvidándose del resto. Este hecho, que ha sido puesto inmediatamente en conocimiento del Sepecam por los cinco vecinos afectados, se ha interpretado por parte de su Jefe de Sección en Guadalajara como un error humano.
Sin embargo, en este caso, no llegamos a saber si realmente se trata de un desliz fruto de la casualidad o realmente es el resultado de una acción malintencionada. No en vano, este señor, a quien no conocemos y no queremos juzgar, no sólo no ha sabido contestarnos a algunas preguntas que le hemos realizado, sino que en muchos casos se ha contradicho e incluso nos ha animado de una forma un tanto vaga y desagradecida a poner una reclamación que lo más seguro es que no traspase la puerta de salida de este servicio público de empleo que padecemos. Aunque éticamente podrían acusarnos de tener un interés subjetivo en este puesto y no ser ecuánime, consideramos que este pensamiento no se puede catalogar como infundado teniendo en cuenta que existen antecedentes de quejas de otros vecinos que en anteriores ocasiones se han visto afectados por esta forma de proceder, como así consta y se puede comprobar en el registro de Villas Alcarreñas.
De hecho, el agraciado con este empleo es la tercera vez de forma consecutiva que consigue este puesto, y para más inri, es vecino de la localidad madrileña de Alcalá de Henares y tan sólo se ha empadronado en Moratilla para cumplir un mero trámite. Por eso, desde estas líneas queremos denunciar lo que consideramos una verdadera injusticia manifiesta y que no es otra cosa que una convocatoria de empleo, que debería asegurar formalidad e igualdad de oportunidades, al final se convierta en un auténtico paripé en el que priman las irregularidades en las contrataciones, los favores personales y por supuesto los intereses particulares de un alcalde.