En un albergue juvenil de Ámsterdam…

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Cartas al director
JUAN ANTONIO SALAMANCA PULIDO Presidente del “Foro Cívico de Guadalajara”
En un albergue juvenil de Ámsterdam (noticia aparecida en un diario de difusión nacional el 22-1-09) hay un letrero que dice: “Por favor respeta los espacios comunes”. Hasta aquí todo normal si no fuera porque ese cartel no está escrito en neerlandés, lengua oficial de Holanda.
Tampoco está escrito en francés, danés o alemán, lenguas de los países vecinos Tampoco en inglés, idioma habitualmente utilizado en los lugares de tránsito internacional. ¿En qué lenguaje está escrito pues, el dichoso cartel? El cartelito de marras está escrito en español.
Alguien pudiera pensar que todo esto se debe a la envidia que en el extranjero se profesa hacia nuestro país, pues ya conocéis el dicho: “como en España en ninguna parte”. También, algún amante de la Historia podría inferir que todo esto es cosa del rencor que aun persiste en Flandes hacia el Duque de Alba, quien con mano de hierro intentó yugular la Rebelión de los Calvinistas contra Felipe II. Pudiera ser..., pero hay un hecho definitivo que nos pone sobre la pista del origen del ominoso cartel.
Una exposición itinerante de esculturales vacas se ha paseado por toda Europa sin mayores problemas. En Madrid, solo en el primer fin de semana sufrieron más ataques vandálicos que en Bruselas en varios meses. Todo esto en una España con más de treinta años de democracia a sus espaldas. ¡Ya hay españoles que prefieren no decir de donde son, cuando salen por Europa! ¿Ningún político tiene nada que ver con tamaño desmán sociológico? No. Todos miran hacia otro lado y ninguno asume responsabilidad alguna en esta realidad española que a tantos nos sonroja.
Yo tengo un pequeño diagnóstico para este complejo asunto: en España desde hace algunos años vivimos inmersos en una cultura de la transgresión. La transgresión se ha convertido en importante principio y seña de identidad de bastantes jóvenes y menos jóvenes. Ha habido transgresores geniales como Kandinsky, Picasso, Beethoven, Debussy, Walt Whitman, Kafka… ninguno de ellos insinuó siquiera el disparate que vive ahora la sociedad española: la transgresión en asunto de libertades.
Sin que mucha gente se percate de ello se transgrede en los programas de televisión con exuberante abundancia de tacos. El taco puede tener una riqueza expresiva de primer orden, no olvidemos que Gabriel García Márquez los emplea con genial maestría en parte de su literatura. Pero su empleo indiscriminado en Medios de Comunicación traslada a la ciudadanía y sobre todo a los jóvenes un claro mensaje: trasgredir es lo guay. Se transgrede en las calles donde cualquier chaval que no quiera ser tomado por flojo se ejercita en el lanzamiento con soltura de sonoros escupitajos. Se transgrede orinando en la vía pública, destrozando mobiliario urbano, garabateando en cualquier sitio y por este camino de transgresión llegamos a un punto terrible que es la transgresión de la libertad.
Marta del Castillo es punto de llegada de este irracional camino. Su confeso asesino ya había sido identificado por quemar unos buzones y realizar otros actos vandálicos. Es de reseñar la forma de actuar de sus colaboradores: ¡Pareciera que estuvieran ayudando en la mudanza de un mueble viejo! Es posible que pensaran: ¡Podemos hacer lo que nos venga en gana, que para eso tenemos leyes que nos protegen!. Es una pena que para la mayoría de nuestros políticos este asunto sea un tema menor. Los principios son y han sido a lo largo de la Historia algo fundamental pues de ellos emanan comportamientos, leyes y costumbres; y son estos preceptos medulares los que andan desdibujados muchas veces en esta, nuestra querida España (¿querida?). De todos ellos la Libertad es uno de los más valiosos y preciados. ¡La bella dama de la Libertad, que aparece unas veces con antorcha, otras con los pechos semidesnudos guiando al pueblo y de mil maneras representada, ha de ser querida y deseada en esta tierra milenaria! Ya sabéis lo que decía Machado... España redentora: la España de la rabia y de la idea.