Encuestistas

17/04/2015 - 23:00 Emilio Fernández Galiano

Érase una vez un pais en el que sus habitantes desayunaban, además de churros y café con leche, encuestas todas las mañanas. Bien en un periódico, bien en una emisora o en cualquier telediario. Lo más curioso es que a ninguno nunca le habían preguntado. ¿De dónde saldrán los datos de los encuestistas? Con el debido respeto a las empresas que se dedican a la demoscopia, que según el diccionario de la RAE significa “estudio de las opiniones, aficiones y comportamiento humanos mediante sondeos de opinión”, me sorprende que sus conclusiones sean tan dispares en función de la empresa o el medio en el que se publican, que suele ser el mismo que las encarga. Desconozco los criterios de selección de los encuestados –insisto ¿a alguno de ustedes le han “encuestado” alguna vez?-, también ignoro las fórmulas que utilizan para calcular las posibles desviaciones o errores en las conclusiones. No sé la diferencia que hay entre tendencia de voto, recuerdo o intención de voto, estimación de voto o voto directo, o cómo afectan todas las variables entre sí. Lo único que si concluyo es que nunca coinciden en sus conclusiones. Si resulta que existe una técnica, se aplican unas fórmulas y se sigue un mismo criterio, cómo es posible que los resultados sean tan dispares. Un periódico de ámbito nacional lleva una temporada publicando regularmente unas encuestas cuyos desenlaces no se creen ni ellos mismos –supongo-. La interpretación de las mismas es otro campo que sorprende por su manipulabilidad. Es decir, hay quien piensa que los resultados de las encuestan se manipulan para influir en la tendencia del voto, transformando la encuesta en sí misma en medio en lugar de fin. El caso es que ningún político cree en las encuestas -“la única encuesta válida es la de las elecciones”, argumentan-, pero todos se aferran a ellas y las utilizan y manosean internamente. Lo mismo ocurre con lo barómetros que miden la audiencia o seguimiento de los medios de comunicación. El más conocido es el Estudio General de Medios (EGM). Cuando trimestralmente, creo que es una vez cada tres meses, publican sus datos, resulta que muchos medios no los respetan aduciendo la falta de objetividad, independencia y rigor del propio EGM. Si los políticos no creen en las encuestas, ni los medios creen en su propia encuesta, ya me dirán para qué sirven. Tampoco creo que las redes sociales puedan sustituir el pulso de lo que la gente piensa u opina. Ese es asunto para otra reflexión. Lo que parece claro es que de aquí a las próximas elecciones vamos a desayunar más encuestas que churros. Habría que realizar una para saber si indigestan. OTROSÍ: Dos aclaraciones y un reconocimiento; en mi última colaboración y por un error en la versión que mandé al periódico, no citaba a la concejal de cultura, Isabel Nogueroles, elogiando la política cultural de Antonio Román y su ayuntamiento. Sería injusto no reseñar su actuación. Primera enmienda. La segunda, es que atribuía al actual alcalde la resolución del legado artístico del pintor Carlos Santiesteban a favor de la ciudad de Guadalajara, cuando las primeras gestiones y artífice de la misión fueron de su predecesor, José María Bris. Que conste. Y el reconocimiento: Juan Antonio de las Heras dice adiós a su dilatada trayectoria en la política municipal. Guadalajara pierde un buen gestor con auténtica vocación de servicio público. Y eso, en estos tiempos, hay que valorarlo. Queda el político. Lo seguirá disfrutando el Senado.