Érase una vez un Estado
20/04/2012 - 15:22
Érase una vez un Estado no muy lejano que renunció por ley constitucional a la guerra como instrumento de política nacional, cuyos soldados no eran recambios de usar y tirar por los intereses de unos o de otros. Un Estado en el que todos sus habitantes eran iguales ante la ley, sin reinados ni privilegios de sangre azul. Un Estado que no tenía religión oficial, sin teocracias ni dogmas de fe que dejen a un supuesto dios decidir las cosas del mundo público humano.
Érase una vez un Estado no muy lejano que eligió los colores de su bandera sin miedo de ningún tipo, ni de dictadores fantasmas ni de chantajes feudales. Un Estado que elegía democráticamente a todos y todas sus representantes de forma directa y secreta. Un Estado que dejaba participar en democracia a mujeres y hombres, cuyo voto valía exactamente lo mismo. Un Estado que daba prioridad a los intereses públicos por encima de los intereses privados, buscando el bienestar de cada uno y una independientemente de su capacidad en la selva humana. Un Estado en el que la nacionalización, la pertenencia a todos, estaba por delante de la privatización, la pertenencia de unos pocos. Érase una vez un Estado no muy lejano con una bandera tricolor. Viva la Segunda República Española. Y más pronto que tarde, que viva la Tercera.
Érase una vez un Estado no muy lejano que eligió los colores de su bandera sin miedo de ningún tipo, ni de dictadores fantasmas ni de chantajes feudales. Un Estado que elegía democráticamente a todos y todas sus representantes de forma directa y secreta. Un Estado que dejaba participar en democracia a mujeres y hombres, cuyo voto valía exactamente lo mismo. Un Estado que daba prioridad a los intereses públicos por encima de los intereses privados, buscando el bienestar de cada uno y una independientemente de su capacidad en la selva humana. Un Estado en el que la nacionalización, la pertenencia a todos, estaba por delante de la privatización, la pertenencia de unos pocos. Érase una vez un Estado no muy lejano con una bandera tricolor. Viva la Segunda República Española. Y más pronto que tarde, que viva la Tercera.