España, excelente
01/10/2010 - 09:45
SANTIAGO / LÓPEZ CASTILLO
En la capital del Reino existe una denominación que reza Madrid, excelente. Se otorga o distingue a establecimientos de calidad y buen servicio, algo así como la pata negra del oso junto al madroño.
En la troceada piel de toro, el conseguidor de dineros a tutiplén, con la única mancha de cuatro millones de parados, también ha etiquetado la nación de naciones con idéntico adjetivo: excelente. Ya pueden caer chuzos de punta que esto va viento en popa. Tarde o temprano escampará. No pasa nada porque quiebren las empresas, crezcan y se reproduzcan los desempleados, se triplique el número de morosos, peligre la Seguridad Social, advierta el Fondo Monetario Internacional, el Banco de España o la Unión Europea. Son previsiones, que no datos, dice la muy estirada vicepresidenta, ningún día sin estrenar, 1.825 modelitos en lo que va de Gobierno, tiempo de crisis.
Este iluso que alumbra el Gabinete -y al mundo entero, lo que pasa es que por ahí se ríen- debe pensar que igual que existe la ley de Murphy, que demuestra que cualquier circunstancia es susceptible de empeorar, lo mismo puede suceder a la inversa. De modo que se aferra a la fantasía, al confeti de lo social y en el buen rollito. En los cinco años de desgobierno, sólo sostenidos por los hooligans de su partido, carentes de la más mínima reflexión, Rodríguez Zapatero jamás ha entonado el mea culpa por nada. Retuerce el lenguaje, lo hace perverso, cambia el significado de las palabras, según el alto mando de prensa y propaganda del partido, y la píldora del día después, por ejemplo, es la del día siguiente, como la crisis fue recesión, contracción para después alumbrar 9.000 parados por día. Porque la culpa de esta situación -caótica- es, cómo no, de Aznar y de Bush, y de la guerra de Irak (por ese dos por tres, la época bonancible recaería en la gestión de los mandatarios citados). Y lo dice con esa boquita de embaucador, las cejas electrocutadas de soberbia, improvisando continuamente, porque tenemos el gobierno que nos merecemos, anestesiado el país, que, aún reconociendo su nefasta gestión, agrega claro que la oposición no aporta nada .
Y ese es el fallo del PP: su eterno complejo, que se avergüenza de ser de derechas cuando es de derechas. ¿Acaso no es una opción democrática? A lo que se ve, no; únicamente tiene patente de corso la izquierda. De ahí que el fraile motilón, como tantas veces he venido bautizando a Mariano Rajoy, se arrugue ante el mentiroso supremo del Gobierno y en el debate sobre la nación, un auténtico trilero a imagen y semejanza de su correligionario González. Y eso que es un gran parlamentario; vamos, Rajoy, hoy por hoy, el mejor de la Alta Cámara. Pero le pierde su seguimiento sobre la política socialista, ahíta de poder; su discurso resulta contradictorio: depende de la comunidad a que se refiera. No se puede propugnar el bilingüismo cuando en la región valenciana prevalece la lengua vernácula sobre la española, cuya obligatoriedad es patente en la Constitución, y algo así sucedió en Baleares, con Jaume Matas, y con Fraga en Galicia. (Hoy Patxi López -mal síntoma la resaca nacionalista- deja el uso del español y del euskera a la libre elección de la ciudadanía, pero también a los profesores, que son mayoritariamente euskaldunes y fervientes de esa gran mentira que son las ikastolas. Un claro ejemplo fue la Copa del Rey con exaltados independentistas, la mayoría jóvenes).
Zapatero, siempre pensando en los votos, protagonizó el debate sobre el estado de la sin nación, como un pugilato de cara a las elecciones del 7-J, Eurovisión. Con medidas populares (es decir, apropiadas del Partido Popular sin ningún escrúpulo) que van contra la médula de las clases pasivas. Pero no nos preocupemos: están ahí, en primavera, los brotes verdes de la señora Salgado, que mucho me recuerdan a aquella maravillosa canción de los Brothers Four, Verdes Campiñas. Y nada mejor para remediar la crisis, y, por consiguiente, el paro, que aumentar la natalidad -al decir del ministro Corbacho-; claro que, por otro lado, se alientan políticas antiabortistas como la ampliación de la interrupción del embarazo para las mocosas y la píldora del día siguiente sin receta pero con graves contraindicaciones, marginando, así, la política educativa que compete a los padres.
Pero no pasa nada. La chequera de Zapatero es magnánima. Aunque el déficit se haya elevado a 350.000 millones de euros. Y como diría Durán Lleida: en la tómbola de ZP siempre toca; si no un pito, una pelota.
PD.- Las pelotas nos las tocó TVE en la transmisión de la final de Copa: primero, con la censura del himno nacional y, por consiguiente, la omisión de la presencia de los Reyes, y segundo, con la manipulación del sonido de las protestas independentistas cuando el episodio burlado se ofreció en el descanso. Error humano. Gobierno de España.
Este iluso que alumbra el Gabinete -y al mundo entero, lo que pasa es que por ahí se ríen- debe pensar que igual que existe la ley de Murphy, que demuestra que cualquier circunstancia es susceptible de empeorar, lo mismo puede suceder a la inversa. De modo que se aferra a la fantasía, al confeti de lo social y en el buen rollito. En los cinco años de desgobierno, sólo sostenidos por los hooligans de su partido, carentes de la más mínima reflexión, Rodríguez Zapatero jamás ha entonado el mea culpa por nada. Retuerce el lenguaje, lo hace perverso, cambia el significado de las palabras, según el alto mando de prensa y propaganda del partido, y la píldora del día después, por ejemplo, es la del día siguiente, como la crisis fue recesión, contracción para después alumbrar 9.000 parados por día. Porque la culpa de esta situación -caótica- es, cómo no, de Aznar y de Bush, y de la guerra de Irak (por ese dos por tres, la época bonancible recaería en la gestión de los mandatarios citados). Y lo dice con esa boquita de embaucador, las cejas electrocutadas de soberbia, improvisando continuamente, porque tenemos el gobierno que nos merecemos, anestesiado el país, que, aún reconociendo su nefasta gestión, agrega claro que la oposición no aporta nada .
Y ese es el fallo del PP: su eterno complejo, que se avergüenza de ser de derechas cuando es de derechas. ¿Acaso no es una opción democrática? A lo que se ve, no; únicamente tiene patente de corso la izquierda. De ahí que el fraile motilón, como tantas veces he venido bautizando a Mariano Rajoy, se arrugue ante el mentiroso supremo del Gobierno y en el debate sobre la nación, un auténtico trilero a imagen y semejanza de su correligionario González. Y eso que es un gran parlamentario; vamos, Rajoy, hoy por hoy, el mejor de la Alta Cámara. Pero le pierde su seguimiento sobre la política socialista, ahíta de poder; su discurso resulta contradictorio: depende de la comunidad a que se refiera. No se puede propugnar el bilingüismo cuando en la región valenciana prevalece la lengua vernácula sobre la española, cuya obligatoriedad es patente en la Constitución, y algo así sucedió en Baleares, con Jaume Matas, y con Fraga en Galicia. (Hoy Patxi López -mal síntoma la resaca nacionalista- deja el uso del español y del euskera a la libre elección de la ciudadanía, pero también a los profesores, que son mayoritariamente euskaldunes y fervientes de esa gran mentira que son las ikastolas. Un claro ejemplo fue la Copa del Rey con exaltados independentistas, la mayoría jóvenes).
Zapatero, siempre pensando en los votos, protagonizó el debate sobre el estado de la sin nación, como un pugilato de cara a las elecciones del 7-J, Eurovisión. Con medidas populares (es decir, apropiadas del Partido Popular sin ningún escrúpulo) que van contra la médula de las clases pasivas. Pero no nos preocupemos: están ahí, en primavera, los brotes verdes de la señora Salgado, que mucho me recuerdan a aquella maravillosa canción de los Brothers Four, Verdes Campiñas. Y nada mejor para remediar la crisis, y, por consiguiente, el paro, que aumentar la natalidad -al decir del ministro Corbacho-; claro que, por otro lado, se alientan políticas antiabortistas como la ampliación de la interrupción del embarazo para las mocosas y la píldora del día siguiente sin receta pero con graves contraindicaciones, marginando, así, la política educativa que compete a los padres.
Pero no pasa nada. La chequera de Zapatero es magnánima. Aunque el déficit se haya elevado a 350.000 millones de euros. Y como diría Durán Lleida: en la tómbola de ZP siempre toca; si no un pito, una pelota.
PD.- Las pelotas nos las tocó TVE en la transmisión de la final de Copa: primero, con la censura del himno nacional y, por consiguiente, la omisión de la presencia de los Reyes, y segundo, con la manipulación del sonido de las protestas independentistas cuando el episodio burlado se ofreció en el descanso. Error humano. Gobierno de España.