Fidelidad a la conciencia y libertad

18/07/2011 - 09:04 ATILANO RODRÍGUEZ

El pasado día 4 de junio, el Papa Benedicto XVI, con ocasión de su viaje pastoral a Croacia, decía a los responsables de la sociedad civil, de la cultura y de la empresa en el teatro nacional de Zagreb que era necesario y urgente recuperar el valor de la conciencia y dedicar tiempo y esfuerzos a la formación de la misma, puesto que el futuro de la democracia y la misma calidad de la vida social de los ciudadanos dependían en buena medida del descubrimiento de esa ley escrita por Dios en el corazón humano que le recuerda en cada momento que ha sido creado para amar y para hacer el bien, evitando el mal.
En nuestros días observamos que existe un deterioro progresivo de la conciencia. El olvido de Dios por parte de muchos y el desprecio de la centralidad del ser humano como sujeto de derechos y deberes están impulsando a determinados sectores de la cultura actual a proponer una visión del mundo y de la sociedad basada en el subjetivismo y el relativismo. Esto quiere decir que, si no hay verdades permanentes y normas objetivas de moralidad fundadas en la naturaleza de las cosas, porque todo es relativo y cambiante, las decisiones personales y los comportamientos sociales dependerán fundamentalmente de los gustos, deseos y caprichos de cada uno.
Como consecuencia de esta visión de la realidad, la afirmación de la existencia de Dios y las manifestaciones religiosas se toleran en la medida en que no interfieran en la convivencia social. Al no existir fundamentos objetivos y verdades permanentes sobre la concepción de la vida humana, las verdades de fe llegan a considerarse por parte de algunos como una restricción de la libertad, como un obstáculo para la consecución de la felicidad y como un serio problema para el engrandecimiento de la persona.
Ante esta realidad, los cristianos no podemos permanecer indiferentes. En principio deberíamos hacer caso a las enseñanzas del Papa, en las que nos invita a redescubrir la conciencia como lugar de escucha de la verdad y del bien, de la responsabilidad ante Dios y ante el hombre. Solamente una conciencia bien formada puede ser la fuerza contra cualquier dictadura y contra toda involución.
Desde el punto de vista religioso, tendríamos que revisar nuestra fidelidad a Jesucristo y a la Iglesia, pues todos corremos el riesgo de ceder a los criterios laicistas con la esperanza de ser reconocidos y aceptados por sus mentores. Si nos dejamos arrastrar por el relativismo y el subjetivismo, podemos llegar a defender con toda naturalidad interpretaciones sesgadas del Evangelio y podemos apoyar propuestas morales contrarias a la Tradición y a las enseñanzas de la Iglesia, pensando equivocadamente que éstas pueden cambiar con el paso del tiempo, si las circunstancias así lo exigen. Con mi cordial saludo, feliz día del Señor.