Flexibilizar el despido ¿solucion de desempleo?
Después de muchas semanas de especulaciones y de días de ir conociendo con cuentagotas las medidas con las que el nuevo gobierno pretende dinamizar el empleo, ayer se conocían todos los detalles de la reforma laboral, la que marca un antes y un después en la contratación en nuestro país. La ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, anunciaba que a partir de la entrada en vigor de la reforma laboral la indemnización por despido improcedente en el caso de los contratos indefinidos será de 33 días por año trabajado, con un máximo de 24 mensualidades, mientras que la del despido procedente será de 20 días por año trabajado, con un máximo de un año de salario. Esto supone condenar a la extinción al contrato indefinido ordinario de 45 días por año trabajado de indemnización por despido improcedente, pues ya no se podrá contratar fijo con esta modalidad, sólo con la de 33 días. Pero casi más relevante que ese cambio será el de la concreción de las causas por las que las empresas podrán recurrir al despido procedente, que contempla una indemnización de 20 días y que es el menos usado en España. El texto recoge que se podrá aplicar cuando la empresa registre pérdidas -algo que ya se contemplaba- o caída de los ingresos o ventas durante tres trimestres consecutivos, esta última parte es la novedosa. Hay más asuntos que se recogen en esta reforma como dar más prioridad a los convenios de empresa sobre los acuerdos sectoriales; establece el límite para los encadenamientos de contratos temporales en 24 meses; crea un nuevo contrato indefinido para pymes de hasta 50 trabajadores que tendrá una deducción fiscal de 3.000 euros por la contratación de menores de 30 años o establece un fondo de formación, entre otros aspectos. Todo con el objetivo de conseguir la dinamización de una economía que con el paro a un nivel histórico, con casi 5,3 millones de desempleados, el 22,85% de la población activa, presenta pocos síntomas de recuperación. Habrá que esperar para percibir la eficacia de las medidas aunque el propio Gobierno sabe lo mucho que se juega con esta reforma estructural. De principio, al ciudadano de a pie le choca que para crear empleo haya que favorecer el despido.