A pesar de la crisis, los malos tiempos y los cambios de gobierno habidos y por haber, Guadalajara sigue empeñada en convertirse en una ciudad universitaria de referencia. Si bien es cierto que sería de incautos pensar que mañana podrían comenzar las obras del nuevo campus, lo cierto es que las idas y venidas de un proyecto que se viene dilatando en el tiempo hace que cada día la consecución del mismo parezca una realidad menos tangible. A pesar de ello, el compromiso del nuevo gobierno regional, reconocido ayer de boca del propio consejero de Educación de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Marcial Marín, pone un poco de tranquilidad en lo que ya se había convertido en arma arrojadiza por parte de los partidos políticos. Gobierno regional, el Ayuntamiento y la Universidad de Alcalá (UAH) ya han comenzado a trabajar para desbloquear que Guadalajara sea una ciudad universitaria cuanto antes. Lo que no queda muy claro es ni cómo ni dónde se va a conseguir tal hazaña, y más en los tiempos que corren. Quizá no sea tan importante contar con un gran espacio como lo es conseguir que la UAH vaya, poco a poco, ampliando su presencia en la capital, con nuevas licenciaturas y nuevos edificios. No hay que olvidar que el futuro campus sería un elemento estratégico para el futuro de la Universidad, para el de Guadalajara y para Castilla-La Mancha. De hecho, se espera que tenga una capacidad para 5.000 alumnos, frente a los 2.800 que hay en la actualidad. Sin embargo, la puesta en funcionamiento, este mismo curso, de las nuevas titulaciones demuestra el interés, tanto del Gobierno regional, como de la propia Universidad para destacar el papel universitario de la capital. De ahí que el hecho de que el consejero haya asegurando que la Junta va a crear un marco financiero suficiente y transparente que garantice el mantenimiento y la mejora de los estudios que se imparten aquí es una de las mejores garantías de que, aunque no haya un inmediato nuevo campus, el futuro universitario de la ciudad está asegurado.