Gracias a Molina
08/08/2014 - 23:00
El pasado sábado 12 de julio concluía la visita pastoral a las comunidades parroquiales del arciprestazgo de Molina de Aragón.
Fueron días de profundo gozo espiritual, en los que he podido constatar la fe recia de la buena gente de estos pueblos, diezmados en su población por la progresiva emigración de sus habitantes a otros lugares de España para buscar nuevos horizontes familiares. Al concluir estos encuentros fraternos, siento la necesidad de dar gracias a Dios, a las autoridades civiles, militares y educativas, a las monjas de clausura, a las comunidades religiosas de vida activa y a los fieles de cada comunidad parroquial por la acogida cordial, por la hospitalidad auténtica, por la generosidad desbordante y por la respuesta gozosa a la invitación de sus respectivos párrocos. A todos os agradezco de corazón el testimonio de vuestra fraternidad y os pido perdón por si, en algún momento, no he sabido responder a vuestras inquietudes y expectativas. En los vivos diálogos, mantenidos en las parroquias y en las aulas de algún colegio sobre la situación de la diócesis, las contradicciones de nuestro mundo y la transmisión de la fe a las generaciones más jóvenes, he podido palpar vuestra inquietud por la evangelización, el amor a la Iglesia, la preocupación por la atención a los más necesitados y el deseo sincero de cuidar vuestros templos parroquiales y vuestras ermitas, a pesar de las dificultades económicas del momento.
Especial emoción he sentido al visitar a los miembros más débiles de vuestras comunidades y al invocar con vosotros la misericordia de Dios sobre quienes nos ayudaron a profundizar en la fe cristiana, con su palabra y testimonio de vida, y que han partido ya de este mundo a la casa del Padre. Siento no haber podido visitar a todos los enfermos, como era mi deseo, debido a lo ajustado de algunos horarios. A todos los encomiendo en mis oraciones para que, en medio de la debilidad física, experimenten la ayuda del Señor y la protección de la Santísima Virgen. Permitidme que exprese mi especial gratitud a los hermanos sacerdotes por su acogida, por su acompañamiento durante los días de la visita y, sobre todo, por el servicio pastoral a las comunidades que tienen confiadas. No dejéis de orar por ellos y por las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa. Seguid acompañando a los sacerdotes con vuestro consejo y con la participación gozosa en la misión evangelizadora de la Iglesia.
Procurad asumir con paz el que no puedan llegar todos los domingos a cada parroquia, como sucedía en el pasado cuando las vocaciones al sacerdocio eran abundantes. Si al comenzar la visita pastoral os pedía a todos los diocesanos la oración por el fruto espiritual de la misma, es de justicia que, una vez concluida ésta, os manifieste también mi profunda gratitud por vuestra comunión espiritual y por vuestra súplica confiada al Padre. En el encuentro con los miembros de cada comunidad parroquial, he experimentado constantemente la cercanía y el apoyo de toda la comunidad diocesana, a la que el Señor me invita a servir espiritualmente como sucesor de los apóstoles.
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