Guadalajara gris
No me gusta hablar de farolas, ni de mobiliario urbano, ni de pavimentos, pero a medida que se han ido rematando las diferentes fases en que se han llevado a cabo las reformas en el centro, cuando se han visualizado éstas, cuando se ve el resultado final, éste deja mucho que desear. No hay más que ver como ha quedado tras su remodelación la Plaza del Jardinillo, con ese estanque donde han colocado al entrañable dios Neptuno, que ha perdido porte y dignidad con el cambio, o la pérgola tapando una de las perspectivas del antiguo edificio del Banco de España, o el nuevo quiosco de prensa y las jardineras color caoba que no pegan ni con cola. Asimismo, la Plaza Mayor se ha remodelado en función de los intereses del aparcamiento subterráneo.
La prueba de ello es que una cuarta parte de su superficie está ocupada por el mamotreto de la maquinaria del ascensor, el acceso peatonal y la ventilación y que la rejilla de la ventilación en la bajada hacia la calle Dr. Mayoral ocupa la mitad de ésta. Por otra parte las farolas, de quince metros de altura, son más propias de un campo de fútbol que de la plaza principal de la ciudad. No voy a negar que se camina mejor, pero las intervenciones en el centro no se pueden ceñir casi en exclusiva al cambio del pavimento. Para remodelar y revitalizar el centro, el Casco Histórico, o lo que queda de él , es necesario tener un Plan, porque hacerlo a golpe de ocurrencia e improvisación, como ocurre ahora, es la mejor forma de que salga mal. Nuestra ciudad lo tenía, el Plan Especial del Casco Histórico, que el Alcalde prometió aprobar y desarrollar en sus famosas 350 propuestas y , como no lo ha hecho, como ha incumplido otro de sus compromisos con los ciudadanos, como el resultado de esta remodelación se debe a las ocurrencias y veleidades del Alcalde, Antonio Román, y sus concejales; como se ha hecho a escobazos, eso sí, de plata, para llegar a tiempo a las elecciones; el centro de la ciudad ha quedado convertido en un páramo gris y triste, muy en línea de la ciudad que siempre ha perseguido el PP.
Por más bares que se quieran poner ahora, tras once años de decir lo contrario y ridiculizar propuestas en ese sentido; por más que subvencionen la contratación de personal al pequeño comercio del centro, lo que ha mosqueado a los que no son del centro; por más que den las licencias en 100 días, medida que podían haber aplicado a los establecimientos del Centro Comercial Ferial Plaza, que han tardado casi tres años en estar todos en regla, compitiendo con los del resto de la ciudad; por más que se empeñen, así no van a resolver los problemas del centro. Porque los problemas son de fondo y las soluciones que se requieren, que no son fáciles, aunque se pusiesen hoy en marcha surtirían efectos a medio y largo plazo. Porque es necesario tomar medidas para que vaya más gente a vivir al centro, que se concibió en el pasado como un espacio de oficinas, como un espacio de ocho a tres y por eso, a partir de esa hora está muerto.
Porque hay que tomar medidas para que en el Centro haya más posibilidades de ocio: cines, teatro, bares y eso, está hoy muy difícil. Después de la conversión del antiguo Coliseo Luengo en un aparcamiento subterráneo, sólo queda el edificio abandonado del antiguo Cine Imperio y el cine Moderno que demanda mucha más actividad. Tenemos también la posibilidad de dar otro aire al edificio del Mercado de Abastos, como un espacio alternativo de ocio favoreciendo otras actividades además de las ya existentes. Es necesario peatonalizar el centro, llevar a cabo en sus plazas y espacios más emblemáticos actividades periódicas relacionadas con temas diversos: el comercio justo, la artesanía, etc., que lo dinamicen y lo llenen de gente. Pero eso requiere un plan, no una serie de ocurrencias más o menos vistosas y electoralistas que si se ponen en marcha puede que resuelvan un problema y generen muchos más. El PP actúa a golpe de ocurrencia y así nos va. Desecha instrumentos que se comprometió a desarrollar, como el Plan Especial del Casco Histórico que proporcionaba criterios de actuación en su ámbito, por cuestiones electoralistas y en vez de articular un plan estratégico de reactivación del centro toma medidas improvisadas inconexas y de escasa repercusión. Es, en resumen, la Guadalajara gris de Román y del PP. ¿Es eso lo que queremos?