Guadalajara y el puzzle democrático

17/05/2011 - 00:00 Redacción

Pasado el meridiano de la campaña electoral ayer llegaba el momento de hacer un primer balance. A seis días de la cita con las urnas los partidos mayoritarios se sentaban delante de los medios de comunicación para analizar los 10 días de mítines, visitas, encuentros y actividades varias en las que se ha intensificado el contacto con los ciudadanos. Que en Guadalajara esta campaña es diferente, no es nada nuevo. La frenética actividad política y las agendas a rebosar indican que en esta ocasión los resultados que se obtengan el próximo domingo son algo más que meros indicadores de la preferencia política de los alcarreños. Todas las encuestas, las últimas publicadas el pasado fin de semana, indican lo ajustado de un resultado electoral que podría llevar a cambiar de signo político un Gobierno regional que durante décadas ha estado en manos socialistas. De ahí, la trascendencia de un proceso que muchos ven ya (especialmente desde Génova) como un primer examen del PSOE ante las elecciones generales de 2012. El hecho de que la secretaria general del PP y mano derecha de Mariano Rajoy, Mª Dolores de Cospedal, encabece la candidatura popular a las Cortes regionales es un claro signo del simbolismo que desde el primer momento se ha dado a este proceso electoral autonómico. Sin embargo, no podemos olvidarnos de las elecciones municipales y lo que pueda pasar con la Diputación. Sus resultados también están en la cabeza de todos aunque con tanta visita ministerial y tanto desfile de políticos de calado nacional hayan quedado relegados a un segundo plano. Aunque no lo parezca, queda mucha campaña por delante. Chacón o Bono se configuran como los pesos pesados en la promoción del voto socialista por estas tierras, mientras que el PP apuesta por un fin de campaña con su presidente nacional en la Concordia el viernes. Para entonces la moneda estará echada e, independientemente de los resultados de las urnas, lo que nadie pondrá en duda será la intensidad con que Barreda y Cospedal han apostado por decantar la balanza de Fuensalida en una Guadalajara que, curiosa e inesperadamente, se ha convertido en una pieza clave en este puzzle democrático.