Ha vuelto el gran matador

07/04/2013 - 00:00 Jlosé Serrano Belinchón

  
  
  
 Durante los últimos días y a lo largo de todo este tiempo ha vuelto a ser noticia el más que justificado malestar por parte de los ganaderos de la Sierra Norte. Los lobos han vuelto a atacar a sus rebaños y el número de reses muertas se cuenta por decenas. El problema persiste y así continuará en tanto no se le busque una solución justa que complazca a todos; pretensión nada fácil, pero absolutamente necesaria si queremos que este importante sector de producción, en una de las comarcas menos afortunadas por cuanto a medios disponibles de supervivencia, siga adelante.
 
  El lobo es el animal de instinto sanguinario más peligroso e insaciable que existe en la Península Ibérica, que de algunos años a hoy ha vuelto a escena dando lugar a auténticas masacres en los rebaños por el placer de matar a reses indefensas, no por la natural necesidad de alimentarse como corresponde a su condición de ser vivo, sino por el hecho en sí de matar simple y llanamente, de aniquilar parte del rebaño, hasta que se sacian, en el corto espacio de unos minutos siempre que tengan ocasión. Por otra parte nos encontramos con que se trata de un animal aforado, es decir, protegido por las leyes, cosa que no me parece mal, en tanto en cuanto no suponga un peligro para las personas, y las administraciones que dictan las leyes protectoras de la especie cumplan con su obligación -compromiso legal ineludible- de compensar al productor damnificado con el importe a precio de mercado de las reses muertas.
 
  De los peligros ocasionados por el lobo en toda aquella comarca se cuentan historias y anécdotas tremendas como enemigo número uno que llegó a ser, señor de los bosques y de los campos, terror de los habitantes de los pequeño pueblos durante las noches de invierno. Quedó escrito para la posteridad, ahora hace cien años y a título de ejemplo, cómo una niña de Campisábalos sintió necesidad de salir de casa hasta el corral anejo, una noche de nieve y cellisca del año 1913.
 
  La niña desapareció en cuestión de minutos devorada por los lobos. Hechos así ya no se conocen, por fortuna, desde hace muchas décadas. Los lugareños consiguieron liberarse de la alimaña asesina durante casi medio siglo; pero de unos años a hoy ha vuelto a surgir con todos sus fueros por aquellas sierras, dando lugar a verdaderas escenas de escalofriante crueldad en el ganado ovino, con exitoso ensayo en el vacuno de pocos meses, que ya comienza a figurar en el recuento de víctimas del que el Dr. Rodríguez de la Fuente llamó “el gran matador”; dato del que nos podrían dar noticia más precisa los actuales ganaderos de Galve, de Cantalojas, de Campisábalos, y en general de todos los pueblos de la Transierra, donde, al menos por el momento, se mantienen los rebaños más numerosos de de la provincia de Guadalajara.