Hechos y derechos
El drama de la cultura occidental y del humanismo moderno es la dictadura de la realidad. Humanidad sin humanidades, hemos titulado en otra ocasión. La racionalidad no está invitada a la programación social que discurre por otros derroteros y es la gran excluida. Desde que el marxismo entronizó la primacía de la praxis, o sea, de la acción, del trabajo, de la producción, de la economía o condiciones de vida por encima de la teoría, ya no existe posibilidad alguna de modificar la realidad sino sólo de entenderla o interpretarla pero siempre para obedecerla, no para cambiarla. El pragmatismo más útil y absurdo frente a la teoría más débil e impotente. El ser por encima del deber ser. La explicación de lo que sucede siempre ha sido un misterio para la inteligencia humana. Los griegos lo llamaron el destino. El cristianismo añadió la providencia. La Ilustración optó por a razón. Ahora lo llamamos función de la economía creativa y productiva. El hombre, esclavo de la realidad, se encuentra con una serie de hechos que intenta comprender pero no modificar. La impotencia de la razón frente al imperativo de lo real.
La conciencia del hombre, el espíritu crítico y racional o la fuerza del derecho natural han muerto. ¿Dónde está la fosa para enterrarlos y que no nos puedan ya gritar o reprochar algo o incomodar? Hay que acallar las conciencias y desterrar la razón de la vida política o democrática. La cultura como sepulcro los deseos y aspiraciones de la naturaleza humana. Que dejen en paz ya a la realidad, que no perturben su poder. Que vayan a gritar a otra parte. Hay que terminar con el poder de las ideas o de los principios. La cultura y la sociedad son otra cosa. Se piensa como se vive y no se vive como se piensa. La razón obediente a los intereses de clase. Esta es la gran alienación o enajenación del hombre de hoy. El pensar está en crisis y no es bien visto en una sociedad donde lo importante es el negocio de la acción y el ruido de la producción.
Pero donde más duele esta continuidad entre acontecer y obedecer es en el terreno del derecho. Si la derrota anterior era la ruptura entre ser y pensar admitiendo que todo lo real fuese ideal, la actual hace que todo lo real sea legal. Así opinan muchos a la izquierda del pensamiento ¿Todo lo que se hace es legal o tiene que ser legitimado por la razón, por la conciencia? La violencia, la desigualdad, la explotación, la pobreza, la esclavitud, la marginación, la emigración, la guerra, la destrucción. Legalizar la realidad o hay que hacer legal lo que es real. Ese es el abismo de la cultura progresista actual. Todo ello elevado a la comunidad. Los hechos socales crean derechos sociales. El derecho no existe como corrección o conocimiento sino sólo como realidad.