Hombres y sistemas
En el panorama actual de tanto positivismo experimental, previsiones estadísticas, prospecciones sociales, políticas y económicas, me estoy quedando solo en el análisis, interpretación y reducción antropológica de los sistemas mismos. No existe la política como tal sino el hombre, eterno aspirante al poder. No existe la economía sino el hombre insaciable ante las riquezas. Y así sucesivamente. Hombres y solo hombres hay en todas las formaciones y organizaciones. ¿Qué se puede esperar? No esperamos, desde luego, mningún ataque masivo de moralidad, de honradez, de renuncia, de ejemplaridad, de solidaridad o de honestidad en los hombres que nos van a gobernar. Todos son iguales en el interés particular y en el egoísmo. La única militancia democrática que se conoce en los partidos es el beneficio y el provecho del bienestar propio.
En este sentido, el origen de todas las desigualdades e injusticias de la sociedad está en el hombre, no en los sistemas. Mejor aún, el hombre es el origen de los sistemas y, por tanto, de las desigualdaes e injusticias que afectan a todos ellos, que sólo se diferencian en el grado de interés y dominación demostrado. El hombre mismo es un sistema vivo y moral en torno a la conciencia y a la responsabilidad. Hablamos de civilización en la medida en que hemos liberado al hombre de modelos o conductas primitivas de la edad de piedra. Aún así, hoy pedimos a la civilización más hombre y menos sistemas. Muchos ciudadanos no saben lo que es la democracia ni cómo funciona el sistema. Nuestras relaciones con ella no están claras. Además, ¿quién confía en ella? Todo comienza en la elección de un nombre, de un hombre.
Cuando en un Estado no existe una justicia social o no reinan los principios morales, no existe democracia. La democracia no es sólo un sistema electoral donde el pueblo elige y decide quién ha de gobernar sino un conjunto de normas (sistema) donde no es posible el abuso y el aprovechamiento personal de lo común o público. Una imagen: cuando hoy día se monta o se fabrica un auto, es equipado con los últimos adelantos tecnológicos de tal manera que no tenga que visitar cada poco el taller. La democracia no es el auto sino la perfección y tecnología adelantada con que es fabricado y equipado. Sin embargo, en nuestra democracia hay muchos fallos, abusos, corrupción, comportamientos deshonestos, aunque procedan de hombres técnicamente, formalmente, demócratas. La democracia es muy débil frente a los hombres sobornables y vulnerables, corruptos, aprovechados, víboras o parásitos de la sociedad. Ante esta crisis del sistema democrático, muchos optan por cambiar de sistema y se van a otro que es igual de defectuoso pero no piensan en mejorarlo, Y sobre todo, no piensan en mejorar al hombre volviendo al principio que ha inspirado estas reflexiones, es decir, más hombre y menos sistema.