Huelga general descafeinada
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Si no fuera por el baile de cifras que nunca coincide entre los ofrecidos por sindicatos y patronal, y por las acciones aisladas de los piquetes, poco podríamos decir en cuanto a la huelga general que ayer se vivió en Guadalajara. La octava convocatoria de la época democrática no tuvo un seguimiento masivo. Aunque hay que puntualizar que mucho empeño tampoco se ha puesto en conseguir un éxito rotundo en una huelga que pillaba a traspié a los sindicatos y que convocaban obligados por una opinión pública que, en su mayoría, cree que han perdido su credibilidad. El partido de ayer entre fuerzas sindicales y Gobierno acabó en empate técnico en Guadalajara, como en casi todo el país. Si bien es cierto que fueron las grandes empresas de los polígonos las que sufrieron una mayor incidencia de los paros, la verdad es que tanto los servicios mínimos decretados en áreas como el Transporte o la Sanidad y la falta de seguimiento en el Comercio o la Hostelería, hicieron que la sensación de huelga se difuminase en las calles a medida que pasaban las horas. Todos salvaron el tipo aunque en este caso, los que salieron peor parados fueron los sindicatos que quedaron totalmente desacreditados por haber sido cómplices de las políticas de Zapatero en estos años de crisis. Y es que el Gobierno central no se libró de la reprimenda general, reflejada, no tanto en la ausencia en los puestos de trabajo como en la participación multitudinaria en la manifestación que recorrió, al mediodía, el centro de la capital. La calle habló, y dejó patente que muchos trabajadores no se podían, ayer, permitir el lujo de perder el salario en tiempos de crisis. Sin embargo, otros muchos, los que se encuentran en el paro, no dudaron en manifestarse. Unos y otros, cada cual con su postura, fueron los encargados de dar un tirón de orejas al Ejecutivo central y a las fuerzas sindicales en una huelga general descafeinada.