Igualdad de oportunidades
10/03/2012 - 00:00
El Día Internacional de la Mujer, originalmente llamado Día Internacional de la Mujer Trabajadora, se celebraba el día 8 de marzo, y es reconocido por la Organización de las Naciones Unidas. En esta fecha se conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona.
Me siento a escribir. Me cuesta el tener todavía, a fecha de hoy, en España, que plantearme el buscar cauces y propuestas para que la mujer se integre en la sociedad y se incorpore al mundo laboral con los mismos derechos que el hombre, puesto que debería ser un derecho efectivo e inherente a nuestra propia condición de sociedad democrática.
Me duele el tener que enfrentarme con datos como que en España 2.150.000 mujeres han sufrido violencia de género alguna vez en su vida y, de ellas, casi 600.000 siguen sufriendo esa violencia, sin duda la mayor expresión de desigualdad.
Se me ocurre preguntarles a mis hijos por qué creen que las mujeres tenemos un día para reivindicar que debemos tener las mismas oportunidades.
Mi hijo mayor, a sus once años, rápidamente contesta: es lógico, porque en otras épocas no se valoraba a la mujer. ¿Sabes que no se las dejaba votar? Además, hoy existen países en los que las mujeres no tienen las mismas oportunidades que los hombres, y en esos sitios se ve que las mujeres son muy pobres. Me deja con la boca abierta. Sigo indagando y le pregunto que si considera que esto de no tener las mismas oportunidades le sucede a alguna de las mujeres de nuestro entorno. Muy digno, me contesta que cree que sí: Mamá tú eres senadora y eres chica, pero hay chicas a las que contratan porque son chicas.
Por ejemplo, yo creo que Marta no trabaja porque tiene cinco hijos. Insisto, una vez más, por qué cree que sucede eso y me dice que no lo sabe, que quizás sea porque tener hijos puede ser un problema o porque hay trabajos que son más de chicas como peluquera y porque otros son más de chico como mecánico.La pequeña, con ocho años, dice que no sabe.
Creo que hemos avanzado mucho en estos últimos años, por un lado, al reconocer el problema de la discriminación de la mujer y, por otro lado, por la sensibilización social al respecto.
La población, y sobre todo la más joven, entiende perfectamente que las mujeres debemos tener los mismos derechos y obligaciones para poder acceder a las diferentes oportunidades que nuestra sociedad nos ofrece, por ejemplo, en el ámbito de la educación, la sanidad o el acceso al mundo laboral. Además, es cierto que, a pesar de que los poderes públicos han hecho importantes esfuerzos, todavía hoy nos encontramos con datos escalofriantes como que en España sesenta y una mujeres han sido asesinadas por sus parejas en 2011 o que 2.200.000 mujeres carecen hoy de empleo.
Considero que tenemos mucho trabajo que hacer entre todos. Los avances debemos hacerlos juntos y en diferentes ámbitos.
Como prioridad, es preciso luchar contra la violencia de género, desde la transversalidad y de forma multidisciplinar. Apoyar a la mujer, en cada caso particular, en todos los aspectos, y desarrollar medidas para asegurar la máxima eficacia legal ante todas y cada una de las situaciones de discriminación y desigualdad.
Por otro lado, hay que favorecer, a través de diferentes iniciativas y regulación al respecto, la incorporación o reinserción de las mujeres en el mundo laboral y desarrollar mecanismos para la conciliación efectiva de la vida familiar y laboral, así como conseguir que la pobreza tenga menos cara de mujer.
Además, se debe dar un peso importante a la educación como herramienta fundamental para favorecer que exista una verdadera conciencia de igualdad. No sólo que se dejen de asociar determinados roles profesionales con el sexo femenino o masculino, sino algo mucho más importante: que se asuma el respeto a las diferencias como un valor y un derecho fundamental y, en concreto, que la diferencia de género no se considere una traba sino una cualidad que enriquece.
Para terminar, consideraré que estamos avanzando, y creo firmemente que será posible, cuando, primero, se vayan reduciendo claramente esos datos que, como decía al principio, nos dejan sin respiración al conocer la muerte de una mujer en manos de su pareja. Cuando se consiga reducir las cifras de desempleadas o cuando los sueldos de las mujeres no sean inferiores a los de los hombres en condiciones similares.
Pero, sobre todo, entiendo que estaremos avanzando de verdad, cuando las diferentes situaciones laborales o de cualquier otro tipo que nos vayamos encontrando, no se resuelvan exclusivamente en función de la variable de género o que adquieran gran protagonismo por el hecho de ser o no una mujer, sino el conjunto de aspectos personales que describen a esa persona. Como mujer, en los diferentes ámbitos en los que me muevo, me considero única e irrepetible, pero no sólo por ser mujer, sino porque además de mujer soy muchas cosas más, lo que me hace muy diferente al resto de mujeres y al resto de hombres, es decir al resto de personas.
Cuando todos estos aspectos sean una realidad, entiendo que estaremos claramente progresando en el camino de la igualdad de oportunidades.