¡Indignaos!: Crear es resistir, resistir es crear

24/04/2011 - 00:00 Fernando Redondo

   Durante semanas y días, y así lo he manifestado en encuentros con estudiantes y en diálogos múltiples, me ha acompañado la lectura de las palabras de Stéphane Hessel, que nos invita a ¡indignarnos!, que deja en nuestras manos un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica. Además, José Luis Sampedro, que se ha indignado, nos invita también a ¡reaccionar! Y es precisamente lo que hoy traigo y posiciono en estas palabras, unas reflexiones, escritas a vuelapluma viajando por La Mancha, pasando por El Toboso, Quintanar de la Orden, La Puebla de Almoradiel, Albacete, Toledo, Tembleque, Mota del Cuervo... donde he tenido oportunidad de encontrarme con las páginas de ¡Indignaos! (Stéphane Hessel, Editorial Destino) y Reacciona (José Luis Sanpedro, Editorial Aguilar), obras que mueven las conciencias, que nos remueven en nuestros principios, que nos invitan a luchar contra la indiferencia y que además posiciona la acción y la reacción, como fuerza creativa y esperanza de la Humanidad: “crear es resistir, resistir es crear”.

   No obstante, y de manera particular, quiero centrarme en la obra de Hessel, único redactor aún vivo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, porque cuando alguien como él llama a la “insurrección pacífica”, a rebelarse, a la indignación, realmente debemos escucharlo. Siglo XXI; vivimos un cambio de época, y las últimas revueltas y revoluciones que estamos viviendo, en todos los ámbitos y en todos los países, parecen ser parte de esa nueva puerta hacia un lugar común, que podría parecer que todavía está por descubrir y por definir, pero que textos como los de Hessel nos demuestran que ese lugar ya existe.

  Vivimos un cambio de época, sin duda, y únicamente si somos capaces de adaptarnos, si somos capaces de transmitir la tensión creativa, si somos capaces de encontrarnos en la palabra y el diálogo, avanzaremos. Vivimos una época de interacción, vivimos una época de constantes intercambios, vivimos una época de la palabra y, en el fondo, de la escucha. Cuando leía a Hessel venía a mi mente, constantemente, la palabra sentido común. Sentido común y sensatez, que en ocasiones parecemos querer dejarlas de lado. Sentido común para construir, sentido común para avanzar, sentido común para transitar y hacer efectivo, realmente, este alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica: “una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que no proponen otro horizonte para nuestra juventud que el del consumo de masas, el desprecio hacia los más débiles y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competición a ultranza de todos contra todos”. ¡Hasta cuándo! Hasta cuándo vamos a seguir consintiendo la vulneración de Derechos Humanos, hasta cuándo vamos a seguir mirando hacia otro lado ante el incumplimiento de todas y todos, y no únicamente de los Gobiernos y los Estados, de los Objetivos del Milenio, hasta cuándo vamos a permitir y vamos a seguir permitiendo el silencio atroz de ciudadanos y ciudadanas, hasta cuándo vamos a ser capaces de permitir la indiferencia, que como dice Hessel es la “peor de las actitudes”.

  Personalmente me indigno y reacciono, convoco también a esa revolución e insurrección pacífica, para seguir posicionando la mirada y el sentido común donde posiblemente todos debemos estar de acuerdo y estaremos de acuerdo: posicionar la mirada en las personas, porque las personas son lo primero. Y me indigno y reacciono como parte de mi compromiso ciudadano, desde esa “España rebelde y valiente de siempre [que] puede favorecer este impulso hacia una Europa cultural, fraternal”, para que cada sueño de esta nueva lucha se convierta en nueva realidad, porque, como recordaba Pier Paolo Passolini, en el exergo de su película Las mil y una noches, el futuro no habita en un único sueño, sino en una multitud de sueños... por eso sueño y estoy aquí, por eso lo firmo y suscribo en “algún lugar de La Mancha...”.