Juan del Pozo descubre su alma pictórica
01/10/2010 - 09:45
Por: MAR GATO. MADRID
La muestra se exhibirá en el Estudio de Laura Dominguez hasta el 30 de junio
Lienzos de pequeño y medio formato son los nuevos inquilinos de la sala de exposiciones del estudio de Laura Domínguez en la capital; es la última colección de pinturas bajo la rúbrica de Juan del Pozo. Aunque su temática es diversa, todos ellos tienen un denominador común: la luz, en todas sus variantes, que sobresale de manera destacada configurándose como un símbolo de guía y punto de origen y destino.
Junto a ella toma especial presencia el color, donde llama especialmente la atención la gama de los azules y magentas, aplicados sobre un lienzo que parece buscar, dentro de su tradicionalismo, un impresionismo realista a través de la introducción de texturas que intentan plasmar cierta tridimensionalidad.
Los paisajes urbanos de su querida Madrid con formatos atípicos pero agradecidos, pero también los naturales de su adoptiva Alcarria, se funden con otros más intimistas que suelen detenerse en los rasgos más llamativos de sus retratados, como su mujer, Laura, al que este vez no le han acompañado otros por la limitación del espacio.
Contemplar y apreciar el alma de obra implica en el espectador un cierto interés, sin pretender aparentear falsamente un conocimiento inexistente, sin necesidad de realizar piruetas intelectuales y esfuerzos mentales para entender lo que es el propio corazón; simplemente hay que observar el arte sin emitir juicios; entonces la persona sincera consigo misma sabrá captar una obra con vida, explica el autor.
Próxima parada, París
Mientras pasea y muestra su saber artístico por tierras guadalajareñas hasta finales del mes de junio, prepara ya el que será su próximo proyecto en Francia, surgido a raíz de la promoción publicitaria de esta exposición pictórica. La capital de la luz recibirá su último e innovador proyecto, en el que tendrán cabida murales, escultura y grabados.
Los paisajes urbanos de su querida Madrid con formatos atípicos pero agradecidos, pero también los naturales de su adoptiva Alcarria, se funden con otros más intimistas que suelen detenerse en los rasgos más llamativos de sus retratados, como su mujer, Laura, al que este vez no le han acompañado otros por la limitación del espacio.
Contemplar y apreciar el alma de obra implica en el espectador un cierto interés, sin pretender aparentear falsamente un conocimiento inexistente, sin necesidad de realizar piruetas intelectuales y esfuerzos mentales para entender lo que es el propio corazón; simplemente hay que observar el arte sin emitir juicios; entonces la persona sincera consigo misma sabrá captar una obra con vida, explica el autor.
Próxima parada, París
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