Juan Pablo II y las versiones opuestas

10/12/2011 - 11:31 Redacción

Después de algún retraso involuntario, por fin ayer, se inauguraba el monumento que la ciudad de Guadalajara tributa al Papa Beato Juan Pablo II. La escultura, de tamaño natural, ha sido realizada por el artista madrileño Óscar Alvariño y se erige en la Glorieta de Rumanía, en el Fuerte de San Francisco. Se da la curiosa coincidencia de haberse colocado el pasado otoño otra escultura de Juan Pablo II en la cercana iglesia de Santa María, en este caso se trata de una escultura orante que se localiza delante del altar de la Virgen de Fátima, una de las advocaciones marianas más estimadas por el anterior pontífice. No son los únicos reconocimientos hechos en la capital al anterior Santo Padre ya que también da nombre a una calle de la ciudad. Si por unos era muy esperado este monumento, otros lo han convertido en motivo de crítica a la gestión del Gobierno municipal por considerar que se trata de un gasto innecesario en momentos de crisis. “El Ayuntamiento lleva algún tiempo trabajando en este proyecto, porque creemos que es un bonito modo de que nuestra ciudad rinda homenaje a su figura. Ya se hizo cuando se le dio su nombre a una de las calles de Guadalajara, pero queremos completar ese homenaje de este modo levantando un monumento en su recuerdo”, señalaba el alcalde capitalino hace unos meses cuando se conocía el proyecto. Lo cierto es que se apunta a que el coste puede haber superado los 40.000 euros, cifra más que considerable en los tiempos que corren. “Es un derroche, un gasto innecesario que el alcalde de Guadalajara ha anunciado por cuestiones electorales”, apuntaba entonces el portavoz municipal de IU, José Luis Maximiliano. Lo cierto es que son versiones contrapuestas a lo que supone para la ciudad contar con un monumento a uno de los Papas más queridos por la ciudadanía. Es cierto, por innecesario, que podría haberse evitado pero también lo es que se trata de una pequeña licencia que se ha permitido el equipo de Román y que tampoco hace mal a nadie.