La aventura marxista

10/01/2016 - 23:00 Jesús Fernández

El marxismo es una aventura. Están cayendo muchos mitos, muchos muros y muriendo muchos jóvenes aventureros de otros tiempos, desengañados del mismo. Y sin embargo, crece entre nosotros una generación de intelectuales, igualmente jóvenes, que sueñan con repetir los errores, trasladando el modelo marxista a nuestra convivencia social, cultural y económica. Soñadores que conducen y arrastran a otros que están dormidos. Es indudable que el marxismo como proyecto político ha fracasado pero también ha saltado como proyecto intelectual. El intento de unir moral y política, de limpiar la economía capitalista y separarla del beneficio, de aparecer como abanderados del pacifismo y antimilitarismo, de ser los constructores de la igualdad y los defensores de la solidaridad de la clase obrera o de la nueva clase desahuciada. Los llamados gobiernos marxistas o neocomunistas participan, con sus ejércitos, en guerras y conflictos armados, se hacen amigos de las multinacionales, son cómplices y artífices de los sistemas de corrupción, reducen y equiparan el orden constitucional a un control de la población por un Estado policial.
Los nuevos filósofos reyes (o reyezuelos) van sembrando odio entre clases que suponen una semilla y escuela de dictadores. Muchos de ellos han abandonado la vía marxista (de mayo del 68) hacia el socialismo y han abrazado la igualdad del humanismo moderno y dialogante con el cristianismo. Lo que no significa resignación con la situación actual. La existencia perseguida y la experiencia dura de algunos de estos pensadores no tienen nada que ver con la vida confortable de salón y sillón de nuestros jóvenes demagogos marxistas metidos a políticos por la exigencia del guión de quienes les ayudan económicamente y nutren sus cuentas.
Muchos jóvenes no saben lo que es luchar por la libertad sin libertad o luchar contra la pobreza desde la pobreza. Por ello se han radicalizado tanto en sus mensajes y en sus formas y estrategias de hacer política que pierden la credibilidad y ganan en sospecha. La conversión de algunos aventureros marxistas de juventud en abiertos críticos del totalitarismo más radical y al comunismo también ha sido frecuente. A lo largo de su vida y vicisitudes intelectuales fueron descubriendo el verdadero sentido de la libertad cuya oferta no era gratuita pues, aquellos que se la ofrecían, exigían un gran precio por ella en forma de esclavitud de la razón, de los valores y de los sentimientos. Sólo la verdad hace libres a los hombres. Por ello, muchos han apostatado del marxismo. Es lo que se ha llamado filosofía del escarmiento. Esta misma política del escarmiento es la que nosotros queremos ahorrar a nuestro pueblo entregándose a ensayos de la izquierda marxista y radical que pasea la democracia por nuestras calles ciudadanas sabiendo que, con frecuencia, el comunismo es un espejismo de juventud que desaparece con la madurez de la razón y la vida.