La beneficencia sostiene al capitalismo

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Antonio Cánaves Martín - Palma de Mallorca
Después del colapso financiero mundial ha quedado demostrado que el capitalismo no se sostiene por la transparente gestión de la banca, por el libre comercio, por la competitividad de las empresas, la mejora de los sistemas productivos, la formación, la expansión, la innovación tecnológica, etc. funciona por el sistema de beneficencia del Estado, que con nuestro dinero, que se debería destinar a escuelas, hospitales, líneas ferroviarias, residencias y a subir pensiones y salarios… acude en rescate de bancos y empresas, al igual que lo hace con mendigos, indigentes, yonquis, inmigrantes y pateras, solo que a los banqueros y empresarios como premio a sus malas artes, en lugar de ofrecerles algunas sabanas, sopa caliente, cama y un techo para que no pasen frío, les dan miles de millones para que puedan seguir con su dinámica de amontonar beneficios sobre beneficios para sus accionistas y dirigentes y así provocar nuevos colapsos financieros, que abocaran a mas paro, aumento de precios y mas miseria. Irónicamente con nuestros impuestos, salvan del desahucio y mantenemos a los bancos y empresas que desahucian a quien no puede pagar la hipoteca.
Y lo mas indignante es que periodistas, analistas políticos, económicos siguen amparando como soluciones, las que nos han llevado a la crisis: -hay que competir mas, - hay que crecer mas, - hay que invertir mas, etc. y el altruista discurso por parte de empresarios, de que los valores de la empresa van en beneficio de la creación de empleo y para el progreso de la sociedad, se tira por tierra cuando cada día vemos a empresas que cierran a pesar de tener beneficios, sin ningún miramiento a la hora de despedir a sus trabajadores ¡Que se dejen de zarandajas y hablen claro, su única preocupación es el afán de lucro!. Mientras los ricos tengan una gran masa de trabajadores a los que explotar, no esperemos nada de ellos, nuestra única arma es traer pocos hijos al mundo, para que no los puedan explotar, para que los pocos que queden sean tratados a cuerpo de rey. Tenemos la oportunidad de librarnos de la usura bancaria, pero nuestros gobernantes, esos que juran por la Constitución, hacen un esfuerzo ímprobo para que sigamos esclavizados por los créditos de por vida y la sociedad siga dividida en ricos y pobres. Como obreros, como pobres tenemos claro que no debemos votar a nadie, ya que vemos que izquierdas y derechas son lo mismo; hoy el socialismo obrero es el bastión que defiende a la banca y a la gran empresa. Ni manifestaciones, ni huelgas, ni protestas: darse de baja de toda institución que no luche por los derechos de los trabajadores, principalmente, de la iglesia católica, ya que su moral permite la usura bancaria y que unos creyentes se hagan ricos a costa de otros creyentes. Si los millones de trabajadores afectados por la crisis acudieran en masa a darse de baja al obispado de su ciudad, en un día a dos se termina la crisis. Los creyentes ricos que sigan al clero y Papa de Roma, los pobres, los obreros seguiremos al carpintero de Nazareth, sin organizaciones, sin dinero, sin templos, sin sacerdotes a sueldo, pero con Cristo en el corazón, de la mano y a imagen de los ateos pobres que claman justicia.