La Campiña románica: Beleña de Sorbe, Uceda y Cubillo de Uceda

Los ejemplos del románico rural en la provincia de Guadalajara no se centran únicamente en las localidades que más peso han tenido a lo largo de la historia. A veces, sólo hace falta que en el lugar adecuado y en el momento adecuado se decidiera construir un tempo o una edificación civil.

Así puede ser considerado el caso de Beleña de Sorbe, una pequeña localidad a unos 45 minutos de la capital, de cuyo embalse bebe todo el Corredor del Henares. A caballo entre la Campiña y la Sierra Norte, cuenta con dos construcciones románicas que merecen como mínimo una visita.

La primera de ellas es su iglesia de San Miguel, originaria del siglo XII, aunque muy modificada posteriormente en el XVI. Sin embargo, mantiene elementos que recuerdan la forma en la que fue construida. A simple vista destaca su galería porticada, formada por tres grupos de tres arcos de medio punto. Ésta guarda su portada compuesta por un arco de medio punto con cuatro arquivoltas. La segunda de ellas, una verdadera joya, contiene el mensario mejor conservado de toda España. 

La segunda, es su puente sobre el río Sorbe. De un solo arco de medio punto, se eleva unos 20 metros sobre el agua. Pese a haber sido reformado varias veces a lo largo de los siglos, conserva el aspecto que tuvo en tiempos de su construcción.

Uceda y ‘su’ Cubillo

Media hora de coche desde Beleña y se llega hasta Uceda. Allí espera su iglesia de Santa María de la Varga, del siglo XIII, románica en plena transición al gótico. Se trata de unos restos bien conservados de lo que un día fue el templo de un monasterio cisterciense, hoy cementerio. Llama la atención su triple ábside semicircular, así como sus dos portadas abocinadas. 

A cinco minutos de vuelta por la misma carretera (CM-1002) está El Cubillo de Uceda. El edificio principal de este pueblo es su parroquia de Nuestra Señora de la Asunción (s. XIII), fantástico ejemplo del románico mudéjar. De aquella época conserva su cabecera y su torre, donde destacan sus vanos ciegos.

De la tierra a la mesa

En la zona de la Campiña, la gastronomía se apoya en elementos tan propios como los espárragos, verdaderos manjares de temporada. También en diversas hortalizas, que pueden acompañar un rico cordero o las aves de granja criadas en sus tierras. Sin olvidar, por supuesto, unos ricos huevos frescos.