La ciudad de los milagros

22/04/2010 - 17:15 Javi López

Bromean los mexicanos cuando dicen que México D.F., su capital, es la ciudad de los milagros. Porque sobrevivir allí, con más de ocho millones de habitantes, en ocasiones resulta todo un milagro. En Guadalajara, la de aquí, no la mexicana, no habitan tantas almas. Somos algo más de 80.000 vecinos, pero son muchos los que ansían ya que se produzca un milagro para que la vieja ciudad bañada por el Henares retome el tren de progreso perdido en los últimos años. Como a decir verdad los milagros, laicos o de fe, no abundan en estos tiempos, la noticia de que Magdalena Valerio quiere optar a convertirse en la próxima alcaldesa de Guadalajara ha sido recibida por muchos de los que habitan la urbe alcarreña con la esperanza plena de que el milagro está próximo.

 

Han sido tres largos años de la áspera política del PP actuando en contra de los intereses de los vecinos de esta ciudad. Antonio Román apenas se ha prodigado en contactos cara a cara con sus gobernados y la posibilidad de tener en el sillón de la Alcaldía a una política cercana con la gente y con sus problemas comienza a generar cierto entusiasmo. La política de Román y su equipo ha hecho retroceder casi un siglo en la forma de ejecutar la acción de gobierno. Los nuevos votantes, los que ejercerán su derecho al voto el próximo año, han comprobado ya los modos del actual alcalde, la ‘ley anti botellón’, una ley que era necesaria para defender el bienestar de los vecinos, ha sido ejecutada con tal dureza que las reuniones festivas han sido relegadas a la clandestinidad en la mayoría de los casos. Se trataba de regular, señor Román, no de abrir la persecución contra los jóvenes, por ser jóvenes. ¿Hemos resuelto el problema del botellón? No, lo hemos convertido en una práctica clandestina. Por si fuera poco también los amantes del monopatín sufrieron las iras del gobierno municipal. Y, por supuesto, los peñistas, ese enemigo a batir que era necesario sacar de las calles de Guadalajara como si de una peste mortal se tratara. Su delito, querer divertirse durante una semana al año. ¿Hemos conseguido que todos los vecinos de Guadalajara puedan descansar como desean durante la Semana de Ferias? Por supuesto que no. Pero ahí está su política festiva, poner sordina a la celebración, sacar a las peñas, almas de las fiestas, fuera de la ciudad, crear barrios de primera, el centro, y barrios de segunda, La Amistad, donde ahora soportan las lógicas molestias de las ferias. Es hora de preguntarnos qué van a hacer ahora los señores del PP cuando los aledaños de la Fuente de la Niña, lugar elegido para apartar a los fiesteros, comiencen a poblarse con la nueva urbanización del Fuerte de San Francisco. Conociendo el percal, me temo que los peñistas serán enviados varios kilómetros más allá. Ah, no, acabo de acordarme de que el Fuerte de San Francisco es un proyecto de la Junta y, por lo tanto, hay orden directa de boicotearlo.

A poco que uno conozca a Magdalena Valerio, adivinará que en su proyecto de ciudad no cabe utilizar a la Policía Local para fastidiar a los vecinos de los pueblos de alrededor que vienen al hospital en autobús o perseguir a jóvenes y peñistas. Valerio, que ya ha pasado por el Ayuntamiento de la capital, ha dado muestras de entender la labor de un alcalde como un servicio al ciudadano. Ella sabe que si los ciudadanos la eligen como alcaldesa lo harán para que ella solucione sus problemas, no para que se los cree, como ahora hace Antonio Román al bloquear todos los proyectos con los que la Junta pretende hacer la vida más fácil a los vecinos de la capital. Valerio sabe que no se trata de gobernar a los ciudadanos sino con los ciudadanos, tal vez por ello en su etapa de concejala dedicó grandes esfuerzos a poner en marcha los mecanismos de participación ciudadana que ahora el PP ha despreciado y se ha cargado sin contemplaciones. El Ayuntamiento ha vuelto a ser en estos tres años una fortificación hostil a la que el ciudadano de a pie no tiene acceso, Román y sus concejales se muestran impenetrables en sus formas e inflexibles en sus tomas de decisiones. Si Valerio llega al Ayuntamiento no me cabe duda de que abrirá puertas y ventanas.

En primer lugar para que los ciudadanos puedan acudir a pedirle ayuda siempre que lo necesiten y, en segundo, para saber, de primera mano, qué ocurre de verdad en la ciudad, cuáles son los problemas de los ciudadanos, qué les preocupa y qué esperan de su alcaldesa. Román ha cerrado a cal y canto las ventanas de este Ayuntamiento que gobierna desde la lejanía de un cargo que ha reinventado para no tener que acercarse a la gente, esa que tanto aprecia a Magdalena. Tal vez cierre las ventanas para no escuchar las reprobaciones que los ciudadanos dedican a su vil desfachatez. A imagen y semejanza de su jefa Cospedal, la política mejor pagada de España, se permite el lujo de seguir pasando consulta privada en medio de la peor crisis económica de los últimos años. Si considera que el sueldo de alcalde de Guadalajara no es suficiente y que por lo que percibe sólo puede dedicar a la ciudad una parte de su jornada laboral, es mejor que deje a aquellos que están dispuestos a dedicar todo su tiempo a lograr que los guadalajareños vuelvan a tener a su Ayuntamiento con ellos, no contra ellos.