La Constitución

05/12/2014 - 23:00 Pedro Villaverde Embid

El 6 de diciembre se cumplen 36 años desde la promulgación de la Constitución Española y Guadalajara y Toledo lo celebran con sendos actos institucionales este viernes, algo que siempre hemos criticado por pensar que las efemérides se celebran en su fecha. Este año la celebración con recepción del Congreso de los Diputados será la primera con nuevos reyes, un aliciente para la vista, como interesante, curioso o significativo resulta observar quien asiste o qué dicen a la entrada unos y otros representantes políticos. Nadie puede dudar del éxito como marco de convivencia y ejemplo de entendimiento de la Carta Magna pero pasado el tiempo son variadas las voces que piden algunos cambios en partes de su contenido. El propio texto prevé esta situación lógica porque las nuevas necesidades normativas de una sociedad que evoluciona implican reformas que se deben abordar con normalidad, naturalidad y siempre, como principio fundamental, con consenso, pues el acuerdo es la clave de la longevidad de una regulación que ha permitido a los españoles de unas y otras regiones, de izquierdas o derechas, católicos o de cualquier credo religioso, vivir juntos. 
Los gobiernos se han alternado sin mayor problema, la Corona ha vivido una sucesión, el Congreso de los Diputados ha superado un golpe de Estado, se discutió el llamado plan Ibarretxe, se acometieron algunas reformas y la vida continúa. Hoy, algunos que piensan poderlo todo quieren una nueva Constitución para España argumentando que la actual no ha sido votada por muchos de los que viven “sometidos” a ella y que deben ser los ciudadanos y no unos llamados padres quienes elaboren su articulado. Es pura y peligrosa demagogia. El sistema que pretenden sustituir por algo que no quieren definir sí que funciona. La galopante corrupción y las engañosas proclamas han puesto excesivamente nerviosos a los renovados socialistas que en su afán de recuperar terreno quieren liderar ese cambio a mejor con algunos desvaríos como la reforma del artículo 135 de la Constitución, uno de los aciertos de la última etapa de Zapatero. El equilibrio presupuestario, el techo de gasto, el fin del despilfarro, impuesto por Europa sí fue algo bien hecho. Unas cuentas públicas saneadas son la única forma de llevar hacia el bienestar una sociedad.