La desidia y el fuego

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

El comentario
RAFAEL TORRES / Periodista
Innumerables urbanizaciones se alzan donde hubo bosques y pinares que acabaron devorados por el fuego, pero hoy no parece que sea principalmente esa, ni la de ganar a lo bestia terrenos para pastos, ni la de traficar con madera quemada, la causa de que se reduzcan a cenizas los parajes más bellos y recónditos que nos quedan. La causa es la desidia, esto es, la falta de una acción preventiva, racional y continuada de protección de las masas forestales, abandonadas un año y otro a los rayos, a la imprudencia de los excursionistas y a la perversidad de los pirómanos.
El incremento de las dotaciones de bomberos y de su material habido en algunas comunidades tampoco ha venido a paliar gran cosa, por lo demás, los estragos estivales del fuego, pues los montes incendiados corren a impulso del viento de manera tan imparable y voraz que los aviones y las cuadrillas apenas pueden presentar una batalla testimonial, tan heroica como inútil, contra las llamas.

El abandono del campo, la extinción del pastoreo y de los cultivos tradicionales, las sendas que ya nadie transita, los ríos y los arroyos secos, dibujan la escena ideal del incendio, que prende y se extiende con enorme facilidad en la maleza que ni las cabras ramonean ni los campesinos desbrozan. Se comprende que la crisis económica, la pandemia gripal o los últimos brotes de corrupción política hayan copado absolutamente la atención general en los últimos meses, pero alguien debió haberse preocupado en exclusiva de la amenaza del fuego, que deviene inexorable en catastrófica cada verano. Hay departamentos, subdirecciones y consejerías a manta cuyos funcionarios cobran durante todo el año para algo más que para poner cara de circunstancias ante lo que no supieron prever ni mucho menos evitar. ¿Son esos funcionarios parientes o amigos de algún preboste y por eso están ahí, o son, aunque no parece, los más cualificados para los cargos que ocupan? ¿Y sus superiores políticos? ¿Idearon algo para evitar, para limitar siquiera, la recurrente y devastadora pira de cada verano?